martes, 14 de noviembre de 2017

No tan incendiario


          Se esfuerza la autora en llevar la literatura a la política, con la idea de desvelar y construir, en ese afán emancipador que la lectura, y la escritura, debería tener, según una corriente más política que literaria, que parecía caída en desuso, con el resultado habitual, para el lector, de pasar páginas llenas de tópicos que aburren y hacen flojear la lectura, cuando, de pronto, esta se ilumina con unos versos de oro puro (JRJ) intercalados como pausa en el renqueante discurso del escritor como predicador. 

Mientras trabajo en el anillo de oro
      puro me abrazas en la sangre
de mi dedo, que luego sigue, en gozo,
      contigo, por toda mi carne.
¡Que bienestar! ¡Cómo mis fuertes venas
      de ti van, dulces embriagándose,
cual de una miel celeste que tuviera
      la luz en los eternos cálices
Mi corazón entero pasa, río
     Vehemente y noble, bajo el suave
anillo que, por contenerlo, en círculos
     infinitos de amor se abre

         No es necesario mucho más para comprender qué es el arte, ese misterio no descifrado (todavía) que nos arrebata un instante y nos aparta del pundonor, de la marcha, de la rutina prolongada. Somos naturaleza imperfecta, estamos hechos de los remiendos que la evolución ha preservado, comprendemos con dificultad el contexto en que nos movemos, la materia de la que estamos hechos. Pero un rayo de luz de tanto en tanto ilumina una zona ciega, el mundo más allá del mundo que conocemos, y en nuestro interior se produce una vibración, un reconocimiento, un escalofrío de la verdad que ignoramos u ocultamos deliberadamente. Eso es el arte. No sé si la emancipación tiene que ver con el arte, qué motores actúan en ese proceso, el arte es iluminación, muchas veces estática y otras, pocas, combustible para la acción.

       La idea de que la vida que llevamos no es verdadera, que la realidad está hipertrofiada, dislocada, desquiciada por el poder, que debajo de las formas -culturales- una fuerza no visible nos dirige es una idea imaginativa, propia de quien se dedica a la ficción, atractiva para el lector acostumbrado a los cuentos imaginativos o fantásticos. Quien la promueve no acepta la imperfección de la naturaleza humana, los remiendos de que estamos hechos, que la nuestra es una historia de éxito, la de una especie que ha tomado el destino en sus manos.

      Sólo cuando la autora de No tan incendiario se pone a comentar textos, a citar fragmentos de poemas, o novelas, entra dentro del territorio de la literatura o del arte, que tiene por oficio, y conmueve al lector sorprendido por la vibración que desata la poesía. Lo que significa que si es arte, es inaprensible, indomesticable.

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