martes, 21 de noviembre de 2017

El autor




             Varias cosas contribuyen a que El autor no sea una gran película, aunque tenía mimbres para serlo. El principal, el guión. Hay elementos que indican que ahí había tema, la recreación de la vida de una escalera en este tiempo, la intervención de un escritor en la vida de personas reales que por necesidades del novelar quiere convertir en personajes de su obra en marcha, entre ellos el drama de unos inmigrantes abocados a la desesperación por obra de su amoral experimento. No sé cómo resuelve Javier Cercas estos asuntos en su novela, El móvil, porque no la he leído. También, la selección de actores. Javier Gutiérrez es un gran actor, pero su apariencia es la de un buen tipo que cuando da el paso de mover los hilos, mediante escucha, voyeurismo y manipulación, para convertirse en un agitador amoral, la transformación no se produce, seguimos viéndolo como un hombre sufriente, a ratos angustiado, pero no al perverso escritor que se deduce de la trama. Luego está el punto de vista del director, la frialdad expositiva, al modo de, por ejemplo, El samurai de Jean-Pierre Melville, con unas gotas de Hitchcock. Al principio parece que va a conseguirlo, con planos fríos y algunas escenas cortantes, pero el resultado no llega a consolidarse. 

               Hay sin embargo alguna buena noticia como la de Adelfa Calvo, espléndida cuando aparece, en especial cuando canta y mejora Se me enamora el alma de La Pantoja. No obstante se agradece el empeño de Manuel Martín Cuenca en hacer una película fuera de los caminos trillados, su buen ojo para los escenarios y su cuidadísima selección de objetos significativos. Hasta José Luis Perales en los títulos de crédito me ha gustado.

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