viernes, 14 de julio de 2017

¿Yo?



                Al despertar esta mañana no he tenido ningún sobresalto, pero cuando viajo me sucede que reboto en la cama porque no reconozco dónde estoy, me resulta extraña la pared de enfrente, la tele colgada, el espejo, la luz que penetra por la ventana, la lámpara del techo o los ruidos amortiguados que llegan del exterior. Es una fracción de segundo la que tardo en acomodarme, en recordar las últimas impresiones de la noche anterior, ah, he viajado, estoy aquí, lejos de casa, el tiempo que tardan en reconectarse los circuitos cerebrales, aquellas partes que se desconectan en el sueño y recobro cuando vuelve la conciencia de mí, la creencia de ser yo quien está al mando. ¿Pero quién me dice que no vivo en una ilusión, que alguien o algo me ha puesto en marcha o que simplemente sigo las pautas de un programa? Creo estar viviendo este momento, que hoy continúa el ayer y que en los días que vienen no habrá grandes cambios. Para ello he de fiarme de mi memoria pero sé cuán flaca es. También podría pensar que los recuerdos me han sido implantados y los he hecho míos como cuando alguien que me conoció en el pasado dice recordar un hecho concreto en el que estuve implicado y yo, que no lo recordaba, lo hago mío hasta el punto de recordar entonces con nitidez los menores detalles. 

                 No tengo pruebas para aceptar que sea un ser programado, aunque cabe la duda, pero qué decir de las señales eléctricas y químicas que cada mañana traban la conciencia de mí mismo. Por qué cada mañana habrían de recorrer el mismo camino, producirse las mismas sinapsis, el enlace de las mismas áreas cerebrales, quién me dice que soy el mismo hombre de ayer. Tengo el mismo aspecto, las mismas heridas en la piel, parecidas arrugas, los mismos renqueantes huesos, pero cómo sé que esta manera de ver las cosas, esta imagen que me hago del mundo es la misma que tenía antes de ponerme a dormir. La memoria es tan frágil como engañosa y no estoy seguro que la mirada que me devuelven mis vecinos, conocidos y familiares sea sincera, quizá no advierta el punto de extrañeza en sus ojos al verme de nuevo otro día más, la que procede quizá de quien ha amanecido hoy en esa persona que creo conocer.

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