sábado, 10 de junio de 2017

10. Yala



       4,30, levantarse para madrugar en el Parque Nacional de Yala. A la puerta un montón de 4x4 con guiris dentro. A ver qué vemos. Búfalos de agua, ciervos, muchas aves, gallos salvajes, zancudas, pero los animales que uno espera ver no aparecen. Por fin, en una laguna un cocodrilo adormilado, más allá una familia de jabalíes. Paramos junto a la playa del Indico. Un monolito conmemora a los muertos de tsunami de 2004. Vemos un camaleón mimetizado, una iguana que atraviesa la carretera, una manada de elefantes, de los cuales uno se enfada con un vehículo que se interpone en su camino y por fin un osezno negro que avanza por entre los coches en la pista de tierra. Se le fotografía a conciencia, como a los elefantes, pero la estrella del parque no comparece. En este parque el leopardo no tiene competencia porque no hay leones, así que caza de día, pero hoy no sale de la espesura. Alguno, a la salida, se conforma con fotografiarlo en uno de los carteles que publicitan el parque. Eso es lo que hay. 



         Después bajamos por la costa este del Indico, siguiendo la huella de los colonizadores holandeses. El océano está bravío y ni siquiera los surfistas se ven en las playas. Tan solo los famosos pescadores zancudos que se sostienen sobre un palo, aunque en realidad ya no pescan sino que hacen que pescan para que los fotografíen los turistas por una cantidad. Pasamos por Galle hasta llegar a la muy turística Hikkaduwa, tomada por los turistas occidentales, con hoteles con piscina junto al océano al estilo Punta Cana.

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