martes, 27 de junio de 2017

El maestro Juan Martínez, que estaba allí


            Cuando Manuel Chaves Nogales murió en Londres, en 1944, aún no había cumplido los 47 años. Vivió poco y le tocó vivir lo más duro del siglo XX. El tiempo le fue esquivo, pero no cayó en sus trampas. No se entusiasmó con las grandes promesas, supo detectar adónde conducían. Si ahora le admiramos es porque se mantuvo de una pieza. Su mirada de periodista sobrevoló -nunca mejor dicho, utilizó el avión naciente para hacerse una idea de la Europa de la que informaba, de Rusia, del Norte de África- los grandes conflictos para hacer reportajes en los periódicos en los que trabajaba. Algunos los convirtió en libros: La vuelta al mundo en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja (1929). Lo que ha quedado del imperio de los zares (1931). El maestro Juan Martínez, que estaba allí (1934). Entrevistó al “ridículo e impresentable” Goebbels, habló de los campos de trabajo que los nazis preparaban. Dirigió Ahora, próximo a Azaña. Vivió desde dentro la guerra civil a la que dedicó un desengañado A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, publicado en Chile en 1937, impublicable en España: “La causa de la libertad entonces en España no había quien la defendiera”, y, en México, La defensa de Madrid (1938). Se exilió en París y, cuando los nazis se acercaban, en Londres, donde escribió su magnífico La agonía de Francia. Los libros de Chaves, salvo la biografía, también magnífica, que dedicó a Belmonte, sólo se han editado en España recientemente.


            El maestro Juan Martínez, que estaba allí es una novela, fruto de lo que Chaves conoció sobre la revolución rusa. En algunos aspectos ha llegado entera hasta nuestros días: la escritura es diáfana, sin apenas retórica que se interponga en el relato que Juan Martínez hace de los días que padeció durante el estallido de la revolución comunista en Rusia y en Ucrania y en los días posteriores de la guerra civil. El narrador protagonista, con la ingenuidad de los artistas que declaran no entender de política, se presenta como testigo de las sevicias y humillaciones a que los rojos, los blancos y los nacionalistas ucranianos someten alternativamente a la población. La checa y el hambre, las ejecuciones sumarias y el terror, la especulación y el derroche de las grandes fortunas familiares. La escritura es ágil, el narrador se adueña de la narración. En eso el libro es moderno. No sabemos si los protagonistas, Juan Martínez, un improbable flamenco burgalés, y Sole, su mujer, existieron de verdad, si en París dieron cuenta de lo vivido a Chaves o si lo que este cuenta son retazos de lo visto y oído aquí y allá. Eso está en el debe. Siendo una novela de hechos, que quiere ser fiel a la realidad, le falta una aclaración al respecto. Pero el libro está escrito en 1934 y la mayor parte de las cosas malas estaban por pasar, entre ellas la cobardía de los intelectuales que se comprometieron y entregaron su libertad a regímenes criminales. Chaves anticipa lo que habría de ocurrir. Por eso, el libro no volvió a editarse hasta 1992.

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