lunes, 13 de marzo de 2017

Matiné




        Ante una obra artística cabe preguntarse, ¿perderíamos algo si todos estos cuadros ahora expuestos con mimo, bien iluminados, en el marco de una arquitectura de prestigio, histórica, los arrumbase alguien, sin especial cuidado de conservación, en un desván? Los hemos visto tantas veces, explicados de modo parecido al vídeo que los acompaña, en el tríptico que los interpreta. “Sus cuadros empiezan a dialogar con el horizonte”, “Es una obra de mucha continuidad”, “colores sobrios, paisaje castellano”, cazo al vuelo. No sólo repiten, los cuadros y la voz y el texto escrito, lo que hemos visto en otros, durante décadas de repetición, sino que se imitan a sí mismos, con ligerísimas variantes de color o de forma o de encuadre. En una década domina el trazo vertical, en la siguiente el horizontal, en una los colores claros, en otra los oscuros. Una década entera definida por una variación. La retórica del vídeo nada añade, ni análisis ni comprensión, sino un velo de ruido que altera el suave fluir del paseante que se refugia en unas salas con tan bonito decorado.

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