Cada día se ven más ejemplares en
los escaparates y en los expositores de las librerías. El boca a
boca está funcionando, así como el éxito de crítica. Patria
lleva camino de ser la novela más vendida de estos tiempos. Vargas
Llosa, que la elogia, tiene razón en dos cosas, que la ficción
cuando es de la buena ayuda mejor a comprender los sucesos reales que
los miles de artículos y ensayos, porque necesitamos que nuestras
emociones entren en juego. Eso habla de la fragilidad de nuestro
raciocinio. También acierta cuando dice que la ventana abierta, al
final de la novela, al abrazo de las madres de las dos familias
antagónicas es lo único inverosímil. Aquí el deseo y la
convención han podido con la voluntad del escritor. La novela está
construido para que las dos mujeres separadas por el odio de la una y
el dolor de la otra acaben reencontrándose, aunque en la dura
realidad eso parece muy difícil que vaya a suceder en breve tiempo.
Otra cosa añadiría yo, si Patria
termina consolidándose como la gran novela de los años del miedo,
como parece, los escritores, grandes y pequeños, en realidad todos
pequeños, que durante todos estos años han escrito sobre el tema
van a quedar con el culo al aire. Esas novelas de la equidistancia y
la comprensión de los verdugos están condenadas con sus autores a
la papelera del olvido, como se merecen. Sólo los escritores
valientes, aquellos que presentan verdaderos dilemas morales al
lector, acaban triunfando, es decir, siendo reconocidos como grandes.
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