miércoles, 15 de febrero de 2017

La sustancia del mundo



Cuando llevo dos días sin ver los periódicos siento que se me escapa el mundo, que pierdo su sustancia y, sin embargo, raramente los periódicos captan la sustancia del mundo, entretenidos cómo están en la tragedia del día. Lo que hoy cuenta el periódico mañana estará olvidado, lo que ayer era una tragedia resulta que el paso de los días lo convierte en bufonada. También podría ser al revés, eso sí que sería una desgracia. Necesitamos los periódicos claro está para ordenar la conversación pero los acontecimientos verdaderos casi siempre se les escapan. Los periódicos tardan en ver qué es lo realmente importante y cuando lo ven ya ha pasado el momento en el que su influencia podía haber sido decisiva. El paso del año 16 al 17 es un vivo ejemplo. No lo vieron, no le dieron importancia, siguen los acontecimientos con la lengua fuera. Aún así es una desgracia que la gente se haya acostumbrado a vivir sin periódicos. Los kioscos desaparecen y en los que quedan apenas se ven ejemplares de la prensa generalista. En la población en que paso unos días, de casi ocho mil habitantes, sólo hay dos lugares donde vendan periódicos. Hoy, a las doce de la mañana, no quedaba ningún ejemplar, ni de El País, ni de El Mundo. Hay que poner el oído en lo que habla la gente y en cómo habla. No hay tema, las frases, incompletas e incorrectas, comentarios sin sustancia. Si el mundo marcha es porque hay unos pocos interesados en que marche, a la mayoría les da igual, les basta con poder refunfuñar desde su rincón de protesta.

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