domingo, 6 de noviembre de 2016

Por qué no leer La dama de Zagreb ni ver Elle


 Praga mortal, de la misma serie del detective "Bernie" Gunther, me lancé a devorar, como se suele decir, La dama de Zagreb. En el caso de Praga mortal, el autor, Philip Kerr, tenía a mano la trama que la historia le daba, el asesinato del general de las SS Reinhard Heydrich, pero aquí no hay confección alguna o es muy torpe. Gran decepción. El calor inicial casi ha llegado al cero absoluto. La he arrastrado durante semanas, leyéndola a trozos, en la cama, como somnífero. Creo que si esta serie ha tenido tanto éxito es por dos razones nada literarias: el morbo que rodea todo lo que se relaciona con el mundo nazi y porque el autor, amasa tópicos, como en general toda novela de género que se precie, que el lector gandul suele apreciar, o eso creen los editores. Los diálogos del detective con los hampones nazis, incluido Goebbels, no tienen ni una pizca de ingenio, los personajes son planos, la trama y el suspense no existen, las escenas de cama de Gunther con la actriz coprotagonista no ruborizarían ni a una de esas damas que siguen rezando el rosario. Existen, puedo dar fe de ello. Además es una novela larga, larga, interminable.
           Precedida por una gran campaña publicitaria, buenas críticas y mi propia expectativa tras haber leído


 Elle, la última película de Paul Verhoeven, el de Instinto básico, tan inmerecidamente elogiada por la crítica, protagonizada muy bien por Isabelle Huppert, eso sí, sucede algo parecido. El morbo, aquí, radica en la asociación de sexo y violencia y el atractivo chic en el trazo de una línea difusa entre deseo y moral o eso dan a entender los críticos. Pero Elle solo es una película, no un tratado de ética, tampoco refleja la progresiva complejidad de las relaciones personales ni es un acta de la disrupción de la institución familiar. Los personajes que aparecen no son retratos que tengan su equivalente en la sociedad -los casos patológicos no son complejos ni seductores-, ni pueden asestar una bofetada a la moral convencional, como algún crítico dice, porque no son más que creaciones del guionista o del novelista que le sirve la historia. Creaciones planas, solo el montaje o los saltos del guión los hacen ver como complejos. Todos los que están sentados en las butacas al lado de la mía saben que han pagado una entrada para ver un thriller no para una sesión con el psiquiatra. Tan solo es cine. Para mí aburrido.
         

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