miércoles, 3 de agosto de 2016

Imposturas populistas



            1. No es inverosímil que en plena crisis de los manteros y en el momento álgido del turismo de chancleta la alcaldesa de Barcelona tome las de Villadiego, dejando que el alcalde accidental del PSC apechugue. La impostada ideología de Ada Colau le impide hallar una solución práctica a ambos problemas. Como no la tiene ni la puede tener se va. Así, los conflictos que se avecinan con los manteros y con los sufridos vecinos que han visto como su ciudad se ha convertido en estos últimos años en un parque de atracciones de dudoso gusto los han de asumir los socialistas por meterse donde no les llaman. En cambio, qué fácil es golpear a quien apenas cuenta con defensas.

            2. Los únicos beneficiados de ese turismo de chancletas y selfies son los hoteleros de medio pelo y los camareros, si es beneficio trabajo precario y salario de miseria. Se aceptan apuestas sobre la duración de esta economía buenrrollista antes de que estalle en conflicto de tipo impredecible. De momento la desazón de los vecinos sólo es apagada cólera.

            3. Los comunes, como se les llama con ese guiño cómplice y complaciente con que les tratan los periodistas amigos, son hábiles en la propaganda. Como ese contador de inmigrantes muertos en el Mediterráneo. Pero como muestra el mismo acto fallido de su presentación, esa política del gesto no puede durar mucho si va en serio. Si Barcelona se convirtiese de verdad en una “ciudad refugio” para los refugiados que llegan a Europa el problema de los manteros sería una mínima anécdota con respecto a los problemas que acarrearía la ciudad.


            4. ¿Cuánto puede durar la complacencia, durante cuánto tiempo se le perdonarán pecadillos a la alcaldesa, como haber cobrado un sueldo del ayuntamiento durante su etapa de agitadora social en sus tiempos de líder de la PAH? 

            5. Resulta difícil de comprender que los periodistas y opinadores complacientes hablen de dar algo a cambio a los movimientos antisistema, a los independentistas, a los predicadores populistas e incluso a los islamistas que mueven su radicalismo hacia el asesinato, cuando lo único que deberían pedirles es que se conviertan de una vez en adultos y se enfrenten a su responsabilidad.

            6. Una de las formas de resolver problemas de los populistas es disfrazarlos, ocultarlos o atribuirlos a un enemigo señalado con quien se está en guerra. ¿Entendido? 
            “Hay guerra por intereses, hay guerra por el dinero, hay guerra por los recursos de la naturaleza, hay guerra por el dominio de los pueblos. Esa es la guerra. Alguno puede pensar que estoy hablando de guerra de religiones. No. Todas las religiones queremos la paz. La guerra la quieren los otros. ¿Entendido?”. 
            7. Es temible la confluencia de tres astros impredecibles, tres líderes de los que se puede decir cualquier cosa menos que sean morales: El cura Paco, Putin y Trump, sin descartar la afluencia de astros menores pero no menos dañinos.

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