miércoles, 27 de julio de 2016

De Montfalcó al Congost de Mont Rebei.

            

            Por si no habíamos tenido suficiente, para llegar al albergue de montaña de Montfalcó hay que hacer 15 kms de pista en un terreno con mucho desnivel. El coche termina por adquirir el color de la tierra. No quiero saber qué ha pasado con los neumáticos y con los filtros. El albergue bien acondicionado tiene inmejorables vistas sobre el embalse de Canelles. La idea es ir desde el albergue, en Huesca, hasta el parking de la Masieta, en tierras de Lérida, remontando la corriente del Noguera Ribagorzana y contemplar el estrechamiento del río en el congosto. Iniciamos una profunda bajada hasta la fuente de Montfalcó, en medio del bosque, y seguimos hasta llegar a las pasarelas que salvan las paredes verticales y que han puesto en el mapa esta ruta. Una parte de la ruta se hace cerca del embalse y la otra sobre el suelo calizo del Montsec. Hay dos tramos de escaleras pronunciadas y vertiginosas. En un día de calor como es este hay que llevar mucha agua, porque la mayor parte del recorrido se hace a pleno sol. Tras un largo ascenso, pasamos el puente que une las dos orillas del río y entramos en la parte catalana.



Aquí la gracia está en recorrer una senda excavada en la roca, bastante larga y con unos bancos de madera que sirven además de para descansar para contemplar el desfiladero del Congost de Mont-Rebei. Por el camino encontramos aragoneses y catalanes. Pocos hacen la larga ruta completa. Unos se conforman con las pasarelas, otros con la senda rocosa. Acabamos la ruta en un segundo puente, cerca del aparcamiento accesible desde Pont de Montanyana, que es el otro posible inicio de ruta. Volvemos sobre nuestros pasos, para tras un fuerte ascenso llegar hasta el primer puente donde paramos a comer y a echar una breve siesta interrumpida por la llegada de un grupo de scouts bulliciosos a quienes vimos en la ida y que se toman la ruta con una extraordinaria lentitud. El sol cae como un mazo, pero seguimos ruta bajando esta vez por las pasarelas ancladas en la roca hasta llegar al albergue de Montfalcó. Tras una breve ducha, por los problemas de abastecimiento de agua, trabamos conversación con una mujer nórdica que está buscando rutas naturales para una agencia danesa. También con una pareja de alaveses a quienes les han regalado unos días en el albergue para librarse de sus niñas y un grupo de jóvenes gallegos que inician sus vacaciones. Luego bajamos al embalse, pero la bajada es tan pronunciada y el calor tan intenso que a medio camino renunciamos. El cocinero que lleva una semana trabajando opta, en la cena, por la cantidad. Con muy poca luz subimos a la ermita de Santa Quiteria donde las vistas, a plena luz, deben ser magníficas, ahora nos contentamos con imaginarlas.

No hay comentarios: