lunes, 6 de junio de 2016

Más allá de las montañas, de Jia Zhang Ke



         Ser felices juntos. Vamos al oeste juntos, donde viviremos tranquilos, es lo que todos queremos, como dice el estribillo pegadizo que va repitiendo la canción. Y eso es lo que creemos que está a nuestro alcance cuando somos jóvenes, cuando los caminos están aun sin recorrer, cuando aún no hemos tomado la decisión de seguir la bifurcación de la derecha frente al camino de la izquierda. La película tiene un prólogo que discurre en el pasado cambio de milenio: dos jóvenes, uno rico y otro pobre, negocios frente al duro y mal pagado trabajo de la mina. En medio una chica que ha de escoger. Escoge el camino del Dólar que es como se llamará su hijo cuando nazca. Después vienen dos episodios. Uno en el presente, quince años después, en 2014: el minero descartado, que se había ido con la firme promesa de no volver, vuelve con un cáncer en los pulmones, con mujer e hijo y sin dinero. Viene a pedir ayuda a sus antiguos conocidos. Mientras tanto, la mujer y el hombre rico se han separado, con el hijo de ambos viviendo en Shangái con el padre. La mujer llora desconsoladamente durante el entierro de su padre. En el último episodio, en 2025, el hijo y el padre viven en Australia y apenas se entienden porque uno habla chino y el otro sólo inglés. El padre triste y solitario colecciona armas de fuego. El chico inicia una relación con su profesora de chino. En la desoladora escena final vemos a la mujer bailando al son de “Go West”.


         La peli es larga, 130 minutos. Con el prólogo y los dos episodios rodados en un formato distinto para pasado, presente y futuro. El director, Jia Zhangke, hace lo posible por mostrar las diferencias temporales, los personajes con fondos borrosos en los planos cercanos y en los más lejanos paisajes desolados, decorados industriales, carreteras, trenes, interiores despersonalizados como si hiciese un único travelling que mostrase el paso del tiempo. La pobreza industrializada de la China del 2000 frente a los avances tecnológicos, vestimenta, comida, interiores de la China posterior. Riqueza material frente a desolación interior. La populosa China que aparece con rostros anónimos e indiferenciados del prólogo a la más cosmopolita en los gustos y aficiones, con el deseo de individuación que se simboliza con el deseo de emigrar a Occidente, pero también estragada moralmente, vidas rotas frente a la ilusión de vivir juntos y felices en el oeste, como anunciaba la premonitoria canción de los Pet Shop Boys.

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