Sin duda, The Lady in the Van no resuelve ningún
problema metafísico, ni da pistas sobre cómo solventar determinadas necesidades
biológicas ni echa nueva luz sobre los misterios del alma humana, pero está tan
bien hecha. Una típica película británica confeccionada con gusto y medios
adecuados, guión medido, con los compases iniciales del concierto para piano nº
1 de Chopin repetido estratégicamente y mejor interpretada. La historia es casi
una anécdota, una vieja chiflada, excéntrica diría el tópico, aparca un día su
furgoneta delante de la casa de Alan Bennett, un conocido escritor inglés, y se
queda a vivir en ese lugar 15 años. Se establece una relación peculiar entre
ambos y con los vecinos de Camden Town.
Nos creemos el personaje que crea
Maggie Smith (a sus 80 años) y aunque nos cae simpática es difícil que en la
realidad aguantáramos lo que aguanta Alan Bennett. Incluso hay un cierto suspense que se desvela al final. Una película sin grandes pretensiones pero que da gusto ver.
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