Las
lágrimas de Mogherini. ¿Eso es todo lo que tiene que ofrecernos la Jefa de
diplomacia de la UE?
La solución
está clara. Inteligencia. Es una cualidad escasa, en estos tiempos, en la
gestión de los asuntos. Ahí tenemos a los ministros de interior y justicia de
Bélgica y al alcalde de Zaragoza, por ejemplo. Europa, que es un Estado en
construcción, no tiene servicio de inteligencia que contraponer al libre
tránsito de fronteras. Es evidente, que lo necesita con urgencia.
El otro
modo de enfrentarse al terrorismo es el humor. Como en Four Lions, una película
inglesa cuyo protagonista es una célula de terroristas islámicos. Sus miembros
son tontos pero mortíferos. No se necesita mucha inteligencia para disponer de
armas y utilizarlas en el hall de un aeropuerto o en el túnel del metro. Hay
que reírse de esa gente. Seguro que no les hace gracia. Humor, desprecio y
distanciamiento, son las otras armas contra los terroristas.
Por cierto,
lo ocurrido en Bruselas se parece mucho al comando de Four Lions:
“Lo más chocante de la
logística en las masacres de Bruselas es que el subgrupo que atentó en el
aeropuerto de Zaventem se desplazara hasta ahí en un taxi. Más primario, imposible:
pidieron un vehículo grande; como llegó uno pequeño, devolvieron a su piso uno
de los bultos ya cargados con explosivos”. (A la yihad en taxi).
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