jueves, 18 de febrero de 2016

¿Noticias? Emociones


            Si alguien espera informarse a través de la televisión es que se encuentra a gusto en el mundo infantil y no piensa abandonarlo. Los telediarios, con sus noticias en formato titular de 15 segundos y sus reportajes coloreados, que presentan un mundo dividido en héroes de la calle y malvados de una pieza a los que el resto de la población veía como entrañables vecinos, no ofrecen información sino emociones, es decir propaganda ("¿Propaganda o educación? Propaganda, sin lugar a dudas"). Nos enganchamos a ellos, a la hora de comer o de cenar para irnos confortados a echar el polvo de la siesta o al merecido descanso: “Somos mejores que toda esa patulea de políticos corruptos, empresarios tramposos y periodistas venales e iguales a esos héroes que salen del anonimato para salvar de la torrentera a una niña abandonada”. No necesitamos más, el mundo es meridianamente claro, héroes y villanos.

            ¿Cómo esperar entonces que, en el sagrado momento del hombre a solas en la cabina de votación, a la hora de depositar el peso en oro de nuestra papeleta, sepamos discernir como un filósofo? Es dar por supuesto que nuestra mente está blindada y nos pertenece. Así que de qué serviría preguntarle al hombre consumidor de telediarios si la división de poderes tiene alguna importancia o si la persecución de la corrupción ha de ser perseguida por el vicepresidente del gobierno o por los fiscales y jueces. Y un poquito de coherencia, por favor.

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