jueves, 20 de agosto de 2015

Escolástica


            1. Vuelve la escolástica, pero ya no para interpretar los textos sagrados de la vulgata marxista sino para interpretar la realidad. No una realidad basada en hechos sino productora de significados. Los hechos, las acciones en su mera facticidad, son despreciables porque lo relevante es lo que prometen, lo que anuncian o lo que queremos que signifiquen. Es decir, la realidad sometida a la voluntad política. (Apocalipsis griego. Slavov Zizek):

“¿Debe asumirse entonces el riesgo de la grexit? Nos enfrentamos aquí a la tentation événementielle, es decir, a la tentación de seguir el curso de los acontecimientos: la tentación, en una situación difícil, de cometer una locura, de hacer lo imposible, de asumir el riesgo y salir corriendo, cualesquiera que sean los costes, bajo la lógica subyacente de que "las cosas no pueden estar peor de lo que ahora están". El problema es que, con toda seguridad, las cosas pueden ir mucho peor, hasta estallar en una crisis social y humanitaria total. La pregunta clave es: ¿hubo realmente alguna posibilidad objetiva de un acto auténticamente emancipador que extrajera todas las consecuencias político-económicas del NO en el referéndum? Cuando Badiou habla de un acontecimiento emancipador, siempre hace hincapié en que un hecho no es un acto en sí mismo: sólo se convierte en tal con carácter retroactivo, mediante la esforzada y paciente obra de amor de quienes combaten por él, que le profesan fidelidad a él. Debería por tanto abandonarse (deconstruir, incluso) la cuestión de la oposición entre el curso normal de las cosas y el estado de excepción caracterizado por la fidelidad a un acontecimiento que interrumpe el curso normal de las cosas. En un curso normal de las cosas, la vida simplemente continúa por su propia inercia; estamos absortos en nuestras preocupaciones y rituales diarios y entonces algo sucede, un despertar causado por algún acontecimiento, una versión secular de un milagro (una explosión social emancipadora, un encuentro amoroso traumático...); si optamos por la fidelidad a este acontecimiento, toda nuestra vida cambia, nos enfrascamos en la obra de amor y nos esforzamos por inscribir el acontecimiento en nuestra realidad; luego, en algún momento, la secuencia del acontecimiento se agota y volvemos al flujo normal de las cosas...”

            2. “Nosotros ya estamos en otro escenario”, advierte Josep Rull, número dos de CDC, a propósito de la posible reforma de la Constitución.

            Qué escenario será ese, si aun no se han celebrado las elecciones, si el pueblo soberano no se ha manifestado, si la mayoría de los catalanes no son independentistas. ¿Quizá han decidido embarcarse en las Islas Medas, abandonar el continente y adentrarse en el mar? Qué alivio.

            3. Sostiene el articulista: “Las claves de aquella izquierda naciente siguen siendo reconocibles hoy: espíritu racional y colectivo frente a intereses creados, pasión por la igualdad que lo es por el mérito y el conocimiento, resistencia a cualquier imposición basada en el poder”.


            Otra vez la superioridad moral. Según ese adagio cualquier hombre o mujer que no sea de izquierdas no es razonable, ni desinteresado, es un detestable defensor de la desigualdad natural y acepta como natural el sometimiento.

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