viernes, 12 de junio de 2015

Psicopolítica, de Byung-Chul Han



            Cuando con algo más de 20 años, Byung-Chul Han dio el salto de Corea a Alemania también lo hizo de la metalurgia a la filosofía, aunque su interés inicial era la literatura alemana. Si al final fijó su residencia en la filosofía se debió, según sus palabras, a que para estudiar a Hegel la velocidad no era importante, bastaba con leer una página por día. Su primera década como filósofo la dedicó a Heidegger y a Hegel, pero no fue hasta 2010 cuando su Müdigkeitsgesellschaft (La sociedad del cansancio) lo convirtió en una estrella internacional de la filosofía política, siendo traducido a los principales idiomas de cultura, excepto al inglés, que yo sepa. Después vinieron La sociedad de la transparencia (2012), La agonía del Eros (2012), En el enjambre (2013) y Psicopolítica (2014). En este último resume sus ideas, centradas en la crítica al neoliberalismo y su estrategia de convertir a los ciudadanos en esclavos voluntarios de la producción.

            Tras las sociedades agrarias con monarquía absoluta, donde el poder del monarca con espada era de vida o muerte, y las sociedades de la revolución industrial, donde los cuerpos se acomodaban a la mecanización mediante la disciplina y las normas, se ha producido una mutación en las sociedades neoliberales, a cuya producción inmaterial se adapta la psique como fuerza productora. A las sociedades disciplinarias correspondía una biopolítica o administración de los cuerpos, máquinas de producción; el poder neoliberal, en cambio, descansa en la optimización mental, en la voluntad del individuo de autoexplotarse y convertirse voluntariamente en esclavo de la producción. La sociedad disciplinaria era una sociedad cerrada y su figura, según Byung-Chul Han es el topo confinado en un espacio: la familia, la escuela, la cárcel, el cuartel, el hospital, la fábrica. En la actual sociedad abierta neoliberal la figura que le corresponde es la serpiente que crea su espacio mientras se mueve, el individuo se motiva con un proyecto, compite o toma la iniciativa, controlado por la psicopolítica, determinado por la previsión del Big Data.

            El episodio de la libertad es un entreacto entre dos periodos de opresión, el de la sociedad disciplinaria controlada por las técnicas de la biopolítica y el de la sociedad del rendimiento controlada por la psicopolítica. El liberalismo ha alcanzado la forma más eficiente de control, el autosometimiento. El sujeto, palabra que significa “estar sometido”, se convierte en esclavo absoluto, sin amo que le explote porque se explota a sí mismo, creyendo que goza de la mayor libertad. “El neoliberalismo convierte al trabajador en empresario, que se explota a sí mismo en su propia empresa. Amo y esclavo a la vez”. El trabajador mantiene una lucha de clases consigo mismo.

¿Qué es entonces la psicopolítica? ¿Cómo consigue el neoliberalismo un control tal? El neoliberalismo nos ha confinado en el panóptico digital. Frente al panóptico benthamiano de la sociedad disciplinaria que recluía a los hombres en espacios aislados y cerrados (escuela, fábrica, cárcel, cuartel, hospital), habitamos la sociedad de la transparencia, la digital, donde se nos invita a desnudarnos a plena luz, a hablar sin parar, a quejarnos e indignarnos, a elegir entre las muchas ofertas que se nos ponen a la vista, a clicar con un me gusta en las ventanas que nos abren las redes sociales. De la disciplina corporal a la optimización mental, de la prohibición y la censura al poder permisivo y positivo del quiero esto, me gusta aquello. 


            Byung-Chul Han abusa de las metáforas para vehicular su pensamiento. Hemos pasado de las metáforas policiales o disciplinarias de Foucault a las médicas del coreano. Las metáforas hacen más rápidamente comprensible la realidad pero la delimitan, la acotan, la simplifican, perdiendo en el tránsito la complejidad del mundo. Además tiende a la ejemplificación, hacia un pensamiento inductivo, convierte lo particular en universal saltándose los pasos intermedios.

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