Cuando con
algo más de 20 años, Byung-Chul Han dio el salto de Corea a Alemania también lo
hizo de la metalurgia a la filosofía, aunque su interés inicial era la
literatura alemana. Si al final fijó su residencia en la filosofía se debió,
según sus palabras, a que para estudiar a Hegel la velocidad no era importante,
bastaba con leer una página por día. Su primera década como filósofo la dedicó
a Heidegger y a Hegel, pero no fue hasta 2010 cuando su Müdigkeitsgesellschaft
(La sociedad del cansancio) lo convirtió en una estrella internacional
de la filosofía política, siendo traducido a los principales idiomas de
cultura, excepto al inglés, que yo sepa. Después vinieron La sociedad de la
transparencia (2012), La agonía del Eros (2012), En el enjambre
(2013) y Psicopolítica (2014). En este último resume sus ideas, centradas
en la crítica al neoliberalismo y su estrategia de convertir a los ciudadanos
en esclavos voluntarios de la producción.

El episodio
de la libertad es un entreacto entre dos periodos de opresión, el de la
sociedad disciplinaria controlada por las técnicas de la biopolítica y el de la
sociedad del rendimiento controlada por la psicopolítica. El liberalismo ha
alcanzado la forma más eficiente de control, el autosometimiento. El sujeto, palabra
que significa “estar sometido”, se convierte en esclavo absoluto, sin amo que
le explote porque se explota a sí mismo, creyendo que goza de la mayor
libertad. “El neoliberalismo convierte al trabajador en empresario, que se
explota a sí mismo en su propia empresa. Amo y esclavo a la vez”. El trabajador
mantiene una lucha de clases consigo mismo.
¿Qué es entonces la psicopolítica? ¿Cómo consigue el
neoliberalismo un control tal? El neoliberalismo nos ha confinado en el
panóptico digital. Frente al panóptico benthamiano de la sociedad disciplinaria
que recluía a los hombres en espacios aislados y cerrados (escuela, fábrica,
cárcel, cuartel, hospital), habitamos la sociedad de la transparencia, la
digital, donde se nos invita a desnudarnos a plena luz, a hablar sin parar, a
quejarnos e indignarnos, a elegir entre las muchas ofertas que se nos ponen a
la vista, a clicar con un me gusta en las ventanas que nos abren las
redes sociales. De la disciplina corporal a la optimización mental, de la
prohibición y la censura al poder permisivo y positivo del quiero esto, me
gusta aquello.
Byung-Chul
Han abusa de las metáforas para vehicular su pensamiento. Hemos pasado de las
metáforas policiales o disciplinarias de Foucault a las médicas del coreano. Las
metáforas hacen más rápidamente comprensible la realidad pero la delimitan, la
acotan, la simplifican, perdiendo en el tránsito la complejidad del mundo. Además
tiende a la ejemplificación, hacia un pensamiento inductivo, convierte lo
particular en universal saltándose los pasos intermedios.
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