domingo, 8 de febrero de 2015

Foxcatcher



Foxcatcher, 'Bennett Miller (Competencia)            Toda la fuerza de esta película reside en la creación del personaje John du Pont (Steve Carell), que fue una persona real, de la rica estirpe de los Du Pont, una de las grandes fortunas asociadas a la industria química y de explosivos en los EE UU. John du Pont es un personaje excéntrico que, peleado con su madre que ama los caballos, quiere convertirse en algo así como el manager del equipo de lucha libre americano, financiándolo y ofreciendo su mansión para los entrenamientos, para que siga ganando títulos en el campeonato del mundo y en las próximas olimpiadas de Seúl 1988. 

             La trama gira en torno a la relación de este hombre con Mark Schultz (Channing Tatum), que ya había sido medallista en las Olimpiadas de Los Ángeles. Mark ve la ocasión de distanciarse de su hermano Dave (Mark Ruffalo), de quien ha dependido desde niño tras la desaparición de sus padres, cuando John le inviata a su mansión para entrenarse y formar un equipo de lucha. Narra la oscura dependencia, de amor odio, entre ambos personajes, entre el rico y estrambótico mecenas y Mark, una mente infantil atrapada en un físico portentoso. Sendas interpretaciones tienen mérito pero la de Steve Carrell es genial, única en su género, alguien que desde el primer momento se nos hace repelente, insoportable la densa rareza de su personaje, su físico, su voz, sus movimientos, su mirada, su figura, que encierra una otredad que nos cuesta situar en unas coordenadas, un personaje al que sólo su inmensa riqueza hace que pueda tener una relación con los demás. Se añade el extraño asunto de la adquisición de una ametralladora, que sólo al final adquirirá sentido. Como contraste la personalidad de Mark, incapaz de comprender y controlar lo que sucede, solo, dependiente de su hermano para enfrentarse al mundo y, ahora, en manos de ese extraño. Pero tan buena como los actores es la dirección de Bennett Miller. Entrar en esta peli es entrar en un cuarto oscuro y misterioso, el director nos atrapa como a moscas atraídas por el olor dulzarrón de la descomposición. El anticlimax se alcanza cuando John du Pont entra en contacto físico con Mark en las escenas de lucha entre los dos. Queremos marcharnos, abandonar esos miasmas pero nos intriga el significado último de la personalidad de ese rico heredero obsesionado por la lucha libre. Miller es tan sabio como para no darnos una interpretación, para que seamos los espectadores los que vayamos construyendo. Una película fascinante.


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