domingo, 14 de diciembre de 2014

St. Vincent


            Pronto se ve que la película con ser interesante no acaba de funcionar o no da todo lo que se podría esperar. Por qué. Por el tema, bastante trillado. Un hombre maduro, avejentado, derrotado por las inclemencias de la vida, con la mujer con Alzheimer avanzado en una residencia, sin trabajo y sin ingresos, con deudas y prestamos debidos, se ve de pronto frente a unos vecinos nuevos, buena gente como él y con parecidas y malas perspectivas ante la vida, una madre gorda y un chiquillo que se mudan a la casa de al lado. El hombre, casi contra su voluntad se ve implicado en el discurrir diario de esa medio familia. Ha de ocuparse unas horas al día del muchacho, a quien le enseña los trucos que él mismo usa para sobrevivir. Por el decorado, un barrio ajado, donde el sueño americano de clase media desagua. Por el punto de vista, anticonvencional, palabras, gestos, pequeños actos de rebeldía: la casa desordenada y sucia, la vestimenta astrosa, golpes en las máquinas dispensadoras, la enseñanza de la violencia para resolver disputas. Por los personajes fuera de norma. Una amiga del hombre, una rusa, una mujer de la noche, a quien medio paga por darle unos ratos de placer, con un hijo en camino y que espera a que alguien le haga compañía; un cura católico obsesionado con los santos, que anima a sus alumnos a que busquen en la calle a los santos del barrio; chicos pandilleros, camareros, vecinos, todos con aire de pelea en la cara, pero en el fondo muy buena gente.

            En fin, ¿cuántas veces hemos visto en el cine ese decorado, esos personajes, ese desarrollo? La peli no es innovadora, busca la complicidad del espectador siempre dispuesto a la sonrisa y un poco de llanto, sin preocuparse de que a la vuelta de la esquina la olvide rápidamente. ¿Hay algo que la salve? Sí, los tres actores principales: Bill Murray, que recuerda sus mejores papeles, como el de Flores rotas, también recuerda al Jack Nicholson cascarrabias haciendo de viejo o jubilado; Melissa McCarthy, como madre blanda en quien se puede depositar la compasión y la extraordinaria Naomi Watts, irreconocible en su papel de rusa dama de la noche. En fin, es una película y los mismos personajes vistos en la realidad nos resultarían indigestos, cruzaríamos a la otra acera, pero los grandes actores son aquellos que nos mueven a la comisión y a la empatía.

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1, ¿Cómo se ha de hacer una necrológica? Salvador Sostres la clava con Joan Barril.

2. Por qué El País escribe tanto de Podemos, aunque sea en contra -que más da- y tan poco -nada- de Albert Rivera y su grupo?

3. Bibliotecas que arden (El nombre de la rosa; Auto de fe) y escritores que perecen.




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