miércoles, 1 de enero de 2014

Cuestión de paralaje



            Hay un tipo de individuos, de quienes los periódicos no suelen prescindir porque son muy vistosos y además alientan ese vicio al que por pereza somos dados, el del pesimismo, que es una plaga, la plaga de los agoreros cuyas predicciones fracasan una y otra vez. Tomemos el caso del independentismo. Los agoreros han predicho que cada vez que la caverna madrileña –y la caverna prácticamente es todo el mundo que emita una opinión libre que no les guste- hablaba los independentistas crecían. Es una curiosa predicción que promueven tanto los propios independentistas en una especie de conjuro que pretende que por el arte del birlibirloque el deseo se haga realidad y por otro lado los pesimistas que tienen una visión de la realidad catalana totalmente distorsionada bien porque no han pisado Cataluña, bien porque sólo hablan con independentistas, porque para ellos pisar la calle es una ofensa a la sutileza de su análisis. Pongo dos ejemplos recientes: un pesimista de laboratorio, Enrique Gil Calvo, y un pesimista bienintencionado, Francesc de Carreras.

            Para unos y otros, independentistas y pesimistas, en Cataluña no hay más, nadie que se oponga al independentismo, sólo cuadrillas de fachas nostálgicos. La otra predicción, estrepitosamente fracasada, era la de que no había espacio político para ninguna fuerza que no fuese nacionalista, ningún partido españolista triunfaría en Cataluña. Para los pesimistas, con el director de El País, Javier Moreno, y sus periodistas, al frente, en su visión distorsionada, no había más que pequeños grupúsculos debajo de los matojos a los que no había ni que dedicar media columna en el periódico. Los independentistas temían esa aparición y la conjuraban, y lo siguen haciendo, con insultos y a veces rompiendo sus escaparates o sus ventanas. Aún no han dado el paso a la agresión personal, pero están muy cerca.


            Ciutadans ha sido un éxito inconmensurable visto desde el pesimismo, no desde el temeroso independentismo, ni tampoco desde quien tuviese ajustado el paralaje. Es un partido que ha crecido, y sigue en ello, sobre la amplísima base de la gente que está harta del nacionalismo pero también desde los que quieren vivir una vida sosegada, racional y ajustada a los cánones de la política, que son la mayoría en Cataluña, aunque muchos no lo saben, simplemente porque nadie les hablaba con claridad. Los pesimistas aún no lo ven como un partido real, en eso vuelven a parecerse a los independentistas que ven pura fantasmagoría, algo que con sólo soplar –insultos y amedrentamientos- se irá como ha venido. Todo era cuestión de voz, de alguien que se atreviera a coger el micrófono y hablase como se habla con normalidad y describiese lo que aparece bajo el sol de la mañana. Unos pocos intelectuales y unas minúsculas asociaciones lo han hecho durante los últimos años. Todo lo demás era montar un partido que no se pareciese nada a los acomodaticios PP y PSC para que la realidad tal como es volviese a fluir.

1 comentario:

Puigmalet dijo...

El passat 12 d'octubre C's va manifestar-se defensant la unitat d'Espanya.

http://www.ciudadanos-cs.org/prensa/Acto_Mejor_Unidos_en_Barcelona/5487/

És completament legítim però, ¿si defensen la nació espanyola no són nacionalistes? Tant de bo l'esperit democràtic que diuen defensar els animés a fer campanya per això en una "quimèrica" consulta als catalans. Però no, novament només la legalitat espanyola és la que compta. Ai...

Salut!