
La película
es un montaje en paralelo de esas dos tramas y de sus métodos, también de su
alcance moral. Lo de menos es, desde mi punto de vista, la resolución del caso,
dónde están las niñas, quién ha sido, lo importante es lo que les sucede a
policía y padre, qué hacen, cómo trastornan su medio, a las personas con las
que viven, hasta dónde están dispuestos a llegar. El director, Denis Villeneuve,
aporta cosas que no se han visto en otros thrillers, lo que sucede en una
familia golpeada por la violencia, más allá del trastorno psíquico, una situación
que revoluciona sus valores. El lenguaje es el de la intriga, muy bien llevada
a pesar de sus 150 minutos, aunque creo que cualquier tema ha de poder
desarrollarse en los convencionales 90 minutos. Habría que penalizar de algún
modo a los directores que los sobrepasen.
Aunque los
dos actores principales, Hugh Jackman como padre obsesivo y Jake Gyllenhaal como
policía, están bien, tendrían que controlar su habitual defecto de sobreactuación.
Se ve que la contención es difícil de aprender.
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