lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Qué política progresista?


            Hoy he leído un artículo magnífico. Atrapados como estamos por la necesidad de ser absolutamente modernos, desde 1872, el año en que Rimbaud hizo esa afirmación en Una temporada en el infierno, estamos a la caza de un pensamiento original, un pensamiento que nos reasiente en el mundo, y este no se presenta. Así que nos conformamos con la superficie, con ser tecnológicamente modernos, como lo son los jóvenes, como en toda época los más apegados a la tecnología. La sociedad entera imita sus modas y se juvenaliza, perdiendo madurez, seriedad y orientación La tecnología se funda en el extraordinario avance científico de las últimas décadas, lo que ha producido un desplazamiento de la cultura hacia las ciencias de la naturaleza, de modo que casi nadie defiende ya una cultura que no sea científica, quizá como compensación a lo que ocurría en tiempos pasados. Ello hace que los que venimos de la cultura humanística sintamos un gran complejo de inferioridad. Pero, a quién le basta con un conocimiento objetivo de las cosas. Es esperable que en algún momento vuelva el hombre, su posición en el mundo, que se produzca una síntesis del saber acumulado que revierta en una nueva antropología. Esta es la tesis del artículo: 
            “El centro de toda ideología progresista es siempre una antropología que responda a tres preguntas. Primera, ¿las mujeres y los hombres se han de conformar con lo que son o pueden, incluso deben, aspirar a realizar todo su potencial? Segunda, ¿qué significa el trabajo en un proyecto vital contemporáneo?, cuestión clave porque la izquierda, materialista, asume que los hombres y mujeres se realizan a través del trabajo. Tercera, ya que el trabajo es un hecho social, ¿cuánto del valor generado por ese trabajo se ha de compartir?, ¿cómo?; es decir, ¿cuál es mi relación con los otros?” 
            El modo de enfocar esas tres cuestiones está basculando en nuestro tiempo:

            El primer cambio va de la protección de los derechos de los trabajadores a la capacitación laboral como instrumento para la emancipación.
            El segundo cambio va del obrerismo a la creatividad (una política progresista ha de tener en cuenta a innovadores, creadores y emprendedores, no sólo a empleados y obreros)
            El tercero pone en cuestión la solidaridad ligada a un territorio: “La tradicional filiación identitaria basada en un territorio y una comunidad cultural homogénea está desapareciendo —y cuando resiste es nacionalismo reaccionario—“.

            Qué políticas progresistas realizar entonces: 
            1. “Educación para la emancipación. La educación sigue siendo la más efectiva palanca para la emancipación de las personas, y la prueba definitiva que separa progresistas de reaccionarios. Sin educación para la competitividad global no hay libertad, sólo paro, dependencia y alienación”.
             2. “Democratizar la innovación y el mercado. No existe igualdad de oportunidades para ser empresario o innovador. Debe trabajarse por ello, ampliando a la mayoría de ciudadanos el acceso a los instrumentos financieros y cognitivos que permiten innovar y crear actividad económica”.
             3. “Transformar la solidaridad. La izquierda ha de replantearse si lo estatal es el instrumento de solidaridad a privilegiar. El Estado puede ser un eficiente ejecutor de políticas sociales, pero deja de serlo cuando está inmovilizado por intereses corporativos y élites que neutralizan su potencial redistributivo”. 

            Estando de acuerdo con estas tesis –cómo no estarlo- lo que me molesta es que según los autores esa nueva antropología tenga que ser de izquierdas. Por qué. Hubo un tiempo en que la derecha estuvo, con razón, señalada como causante o justificadora de las injusticias del mundo, pero desde entonces la historia ha recorrido un camino que pone en el peor de los lugares a la izquierda. Los reaccionarios también están en la izquierda, si es que no lo están mayoritariamente, véase Cataluña. Apostar por lo que el artículo defiende no es de derechas o de izquierdas, decir progresista es más razonable.

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