miércoles, 2 de octubre de 2013

Derechos


            He aquí un ejemplo de cómo tras la autoproclamada claridad sólo hay confusión. Todos queremos justicia, igualdad, fraternidad, que se aminoren las diferencias sociales, que se mantenga el Estado de bienestar, y dos huevos duros. Pero hay algo previo. El marco político y jurídico que lo permita. De eso va la actual discusión -de la que el articulista quiere escaquearse-, cómo se garantizan los derechos, con qué Estado, si uno en el que se habla, al menos retóricamente, de partidos y diferencias de clase o en otro en el que todo gira en torno a la cuestión nacional.

            Así ha contribuido a oscurecer y confundir la izquierda y el dizque pensamiento de izquierda, que por miedo a ofender al nacionalismo ha dejado desamparados a los ciudadanos, sujetos de derechos individuales: a una casa, a un trabajo, a la educación, a la salud, a expresarse en su propia lengua. Con su monumental confusión respecto a quién es el sujeto de derechos: no los trabajadores individuales –ciudadanos- sino la clase obrera, han pasado fácilmente de la clase y sus derechos a la nación y los suyos. 

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