
“Antes de conocerte te deseaba y cuando te vi
tuve el presentimiento de algo fatal”.
Nada he leído de esta mujer, Margo Glantz. Dice estar
escribiendo un libro de más de mil páginas. Recuerda esos versos de una vieja
canción de los años treinta que remueven mis emociones.
Cada uno tiene una vida que merece ser contada. ¿Siempre? ¿En
todos los casos? Todo el mundo alguna vez ha sobrevivido a una humillación y
todo el mundo vivió un momento que en el recuerdo llega como maravilla. En el
espejo de la naturaleza nos miramos y por algún detalle reflejado sabemos que aún
estamos vivos. No todos los vivos lo saben, que están vivos.
Hay gente que piensa que no vale nada, de tanto como se lo han
dicho. Es una lástima que no haya nadie dispuesto a escuchar lo que tienen que
contar, las maravillan que brotarían de su humillación.
Camina, viaja en tren o en bus, mira hacia fuera o hacia
dentro, verás como la mente empieza a rodar.
¿Cuándo nos daremos cuenta de que no son los pensamientos
cargados de nombres y frases ambiciosas lo que…
Ah, y sobre todo acabar, ¡acabar sin concluir! Nos empeñamos
en rematar los asuntos, las frases, lo que tengamos entre manos. Por qué. Para
qué.
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