Una pincelada naranja a lomos de una nube que se
desplaza, un único destello en la jornada del sol que no ha aparecido en todo
el día. Tan sólo un apunte, ese fulgor. En qué frágil segundo se viene abajo
una amistad cultivada durante años. Hay algo de amor, no sé cuanto, en la
amistad y también admiración. Nos acercamos, deseamos la compañía de quien nos
aprecia, pero también de quien nos da algo valioso que otras personas no nos
dan. Buscamos su compañía cuando nos ocurre algo grande que necesitamos
compartir. Mucho dolor, un instante de felicidad. No es necesario que sea una
relación equilibrada: uno da y el otro admira y este se siente compensado por
la admiración. Pero es necesaria la reciprocidad, es la cualidad indispensable.
Hay cosas que sólo se comparten con el amigo, o es el modo de compartir lo que
particulariza la relación. En todo caso, hay una fidelidad a salvo, cosas
compartidas que no se pueden contar a otros a riesgo de verse como traición. En
la amistad, como en el amor, la traición o lo que el amigo ve como traición no
se perdona. Es el frágil segundo en que se rompe el tejido.
martes, 22 de enero de 2013
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