martes, 30 de octubre de 2012

Hacia una civilización planetaria



            Cura de humildad para historiadores. ¿Hazañas de héroes remotos y reyes legendarios, herencia y legitimidad, historias de cama, movimientos sociales, cambios económicos, ideologías?, ¿existe una forma de medir el salto, la evolución de las civilizaciones? Los físicos las clasifican de una manera más sencilla: por la economía que consumen. Durante milenios la energía consumida no pasaba de 1/5 de caballo de vapor, es decir, la potencia de nuestras manos desnudas. Eso nos daba para buscar alimento en un entorno hostil, viviendo una vida nómada, luchando contra otras tribus. La esperanza de vida oscilaba entre los 18 y los 20 años. Durante ese tiempo no quedó memoria de los hombres que vivieron, no había escritura, sólo historias narradas alrededor del fuego.

            Hace 10.000 años las cosas cambiaron. Cuando acabó la última glaciación apareció la agricultura y la domesticación de caballos y bueyes: la energía aumentó a un caballo de vapor. Se cultivaron tierras suficientes para tener excedentes que permitieron que la gente se agrupara en pueblos y ciudades. La población creció y hubo quien pudo dedicarse a otra cosa: la escritura, las matemáticas, pero también ejércitos, reinos, imperios y esclavitud. Nacieron las civilizaciones.
            Hace 300 años las máquinas sustituyeron a las manos y al caballo. El vapor puso en marcha telares y minas, fábricas y locomotoras. Los campesinos vieron una oportunidad en las ciudades. Los herreros y las carretas fueron sustituidos por obreros y coches. El motor de combustión hizo posible que una sola persona manejase cientos de caballos de vapor. La esperanza de vida creció en 1900 hasta los 49 años.

            Hoy la riqueza se mueve con la información, cables ópticos, gps, pantallas en la bolsa, tecnología que nos conectan en un instante con el lugar más remoto. ¿Cómo vamos a seguir evolucionando? Nikolái Kardashev propuso en 1964 una escala cuantitativa para medir la evolución de la civilización. Según fuese el consumo de energía podía haber tres tipos de civilización. Una civilización de tipo I (planetaria) consume la porción de luz solar que se proyecta sobre el planeta: 1017 vatios. Una civilización de tipo II (estelar) consumiría toda la energía que produce su sol, o sea, unos 1027 vatios. Una civilización de tipo III (galáctica) consumiría la energía de miles de millones de estrellas, unos 1037 vatios. Cada una de ellas consumiría 10.000 millones de veces más que la anterior.  
            Incluso, según Michio Kaku, podría contemplarse una civilización de tipo IV, que sería aquella que consiguiese su energía de fuentes extragalácticas. La energía oscura representa el 73 % de la materia y de la energía del universo.

            ¿Cuánto se tardaría en pasar de una civilización a otra? Si nuestro mundo crece a una tasa de 1 % en términos de PIB se tardarían 2,500 años en pasar de un tipo a otro. Michio Kaku considera según sus cálculos que habremos alcanzado la civilización de tipo I en cien años. Nuestra acual civilización, según esta tipología, sería una civilización de tipo 0 –nuestra energía procede de plantas muertas, petróleo y carbón-, 0,7 en concreto, pero estamos en transición a la civilización de tipo I. 

            Michio Kaku, en su La física del futuro, escribe sobre los síntomas que indican que estamos en transición a una civilización de tipo I: La interconexión de todo el planeta gracias a Internet; la aceleración del desarrollo económico gracias al inglés como lengua franca en todo el planeta; la expansión de áreas económicas del tipo de la Unión Europea que impedirán las confrontaciones sangrientas; la extensión de una clase media planetaria cuyo interés es la estabilidad y el bienestar por encima de la rivalidad religiosa, nacional o ideológica -la potencia de una nación no vendrá por las armas sino por su poder económico, gracias al dominio científico y tecnológico; el surgimiento de una cultura planetaria: música (estrellas del pop), cine (producciones de Hollywood), moda (Zara), comida (Fast food); la información planetaria instantánea y el hecho de que los estados totalitarios no pueden controlarla; los deportes, fútbol y olimpiadas están forjando una identidad planetaria; el que las amenazas medioambientales se vean a escala planetaria (Protocolo de Montreal, Kioto); ell turismo, los viajes low cost que airean los reductos culturales, comunican a unas culturas con otras, familiarizan a unos pueblos con otros; la naturaleza de las guerras que está cambiando: no hay guerras entre democracias y la familia actual no produce excedentes para la guerra, con 1,5 hijos de media es más difícil emprender guerras; los estados se debilitan y ceden su poder hacia abajo –regiones- y hacia arriba: bloques económicos; las epidemias son más fácilmente controlables: es más fácil secuenciar los virus y crear la vacuna adecuada (gripe H1N1, gripe aviar).

            Con la civilización de tipo II el hombre se convertirá en inmortal. El hombre habrá aprendido a controlar el tiempo metereológico, las glaciaciones; podrá desviar meteoros y cometas, podrá huir a otro sistema estelar antes de que el Sol explote. Colonizará todo su sistema solar y la estrellas cercanas, aunque no podrá todavía sortear la limitación que supone la velocidad de la luz.

            Con la civilización de tipo III el hombre habrá explorado la galaxia mediante sondas robóticas que se podrán autoreplicar. Y podamos encontrar otras civilizaciones en algún lugar del espacio.

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