A poco que
frecuentemos las exposiciones de los grandes museos o las representaciones teatrales
pagadas con fondos del Estado o de grandes empresas vamos a ver cómo se
traslada la actual decadencia de España al ocio de relumbrón al que estábamos
acostumbrados.
Paseo por
las exposiciones que CaixaForum de Barcelona tiene en cartel y la decepción no
puede ser mayor. No pude en su momento acercarme a ver la que le dedicaron a
Goya, pero lo que ahora hay en sus salas es de tercer nivel. Fotografías –pocas-
esquemas y algunas entrevistas conforman Cellers -Bodegas-, una
aproximación al mundo del cooperativismo catalán en el sector del vino, cuando
a comienzos del siglo XX los pueblos vitivinícolas se lanzaron a construir una
serie de bodegas , cuyos edificios se inscribían en la senda del modernismo. La
exposición llama a esas bodegas agosaradament catedrales del vino. En
realidad, el vuelo bajo de la muestra indica la falta de ideas de los
responsables, o mejor, la falta de recursos para emprender proyectos mayores. Lo
más llamativo de lo que he visto, mientras paseaba, era señoras mayores y algunos jóvenes que reconocían con
gritos a su pueblo en las fotografías. Salva la muestra una película o documental
con ambición cinematográfica que recorre el proceso de transformación de la uva
en caldo.
Peor aún es
la muestra que se dedica a Ángel Ferrant, con dibujos y unas pocas esculturas,
en el espacio que la entidad tiene para el arte de casa nostra. Aparte del aburrido
conserje que daba los buenos días con voz apagada, cuatro personas la visitaban
cuando yo entraba en la sala. Una señora con un carrito de bebé que ha
entrado y salido como una corriente de aire y una pareja de jóvenes que no he
podido saber cuánto tiempo le han dedicado porque salían cuando yo entraba. Lo
que puedo decir es que nada de lo que cuelga en las paredes convalida la frase de
presentación: “Ángel Ferrant es uno de los grandes nombres del arte de
vanguardia de nuestro país”. Una tendencia inesperada, pues, hacia el localismo que
espero que sea pasajera.
Más
ambiciosa, de más empeño, es Torres i Gratacels, de Babel a Dubai, pero
tan ambiciosa como fallida desde mi punto de vista. Partiendo del mito bíblico
de la Torre de
Babel se hace un repaso a las construcciones que a lo largo de la historia han
querido horadar el cielo hasta llegar a la actual pelea por construir la torre
del kilómetro. Unos pocos cuadros en torno a la torre de babel, no muy
significativos, entrevistas a críticos de arte y arquitectos, fotografías
proyectadas y unas cuantas maquetas es lo que se ofrece a un espectador que
probablemente esperaba mucho más. Eso es la exposición, en la que no encuentro
una idea fuerza, más allá de la fascinación por la verticalidad, que la
haga atractiva, que me haga detener y reflexionar. Sin duda, CaixaForum ha
vivido momentos mejores.



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