martes, 19 de junio de 2012

Dívar en La Sexta




Venía yo dándole vueltas estos días al asunto Dívar. No a los miserables 24.000 euros que en cuatro años el juez cargó en la cuenta de gastos de representación. No, sino a las insinuaciones más o menos directas sobre quien lo acompañaba en sus viajes. Veía las imágenes de las teles u oía los comentarios en las radios y veía una relación directamente proporcional entre modernez y acusación. No les importaba tanto el dinero como llamarlo maricón, pero claro como ahora eso es de mal gusto se conformaban con exhibir las imágenes o aludir al acompañante. La palma se la ha llevado La Sexta, que ha ganado en cutrerío, cutrerío progre, desde que comparte cama con Telecinco.

Pero siempre hay quién lo dice mejor que tú. Arcadi Espada, por ejemplo: 
“SER MARICÓN continúa siendo un problema. Un serio problema del tipo social. Tú, por ejemplo, puedes ser acusado de cargar al erario público unos tickets. Pero si los tickets corresponden a una cena con tu amigo a la luz de las velas no lo dudes. Ahí en la Red, donde la chusma ejecuta el pase de la muerte que le dan entre líneas los respetables caballeros de los medios, se hablará más de ti como maricón que como corrupto; y si aquí pudiera poner ahora un código bidi, te presentaría ahora mismo las pruebas que acumula Google.
 Tú, desde luego, puedes ser maricón o católico. Pero elige o te aseguro que vas a tener problemas. Porque en cuanto los guardianes descubran la doble militancia empezarán a denunciarte, y a voces, en el tribunal del pueblo. No esperes de ellos ningún tipo de serenidad. Todos los católicos son hijos, y siervos, forzosos de Juan Antonio Reig, el obispo de Alcalá que presume de tener graves ideas sobre este punto. Y, desde luego, no esperes que nadie proyecte sobre ti la luz de la ambigüedad y de las pasiones encontradas. Es probable que nuestros guardianes sean capaces de escribir novelas sobre la gauche caviar, o cualquier otra de esas contradicciones que con tantas apelaciones a la complejidad y a las visiones poliédricas defienden. Pero lo tuyo, créeme (¡tu San Sebastián, y cada una de sus flechas!), no es complejidad, sino doble moral. Sepulcros blanqueados, por decirlo como Mateo, que antes de evangelista fue recaudador de impuestos”.

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