martes, 8 de mayo de 2012

Norte, Edmundo Paz Soldán



            El autor dispone sobre el texto tres líneas narrativas, cuatro si contamos al detective que aparece mediada la novela. Un asesino múltiple que cruza la frontera para dar rienda suelta a su locura, un pintor loco o mejor un loco pintor a quien un profesor anima a que suelte su pulsión por dibujar y un grupo de escritores y/o profesores que ensayan distintos temas de escritura y formas de relacionarse. El detective, un ranger de Texas, intenta dar caza al asesino.

            Me ha costado entrar en la novela, varias veces la he intentado dejar. Si he seguido hasta el final ha sido porque los episodios del asesino tenían morbo y Paz Soldán consigue en alguno de ellos imaginar escenas tremebundas. A la novela le pesa demasiado la voluntad de estilo, esas líneas narrativas con personajes variados que al final vagamente se enlazan. Los personajes son vaporosos, apenas toman cuerpo a tierra. La única creación de interés es como digo, la del asesino, aunque responde demasiado a los tópicos del asesino en serie peliculero: se llama Jesús María José, se cree un ángel enviado para acabar con todos, KILL THEM ALL, se relaciona con mujeres a las que acaba matando o desea matar. Los demás personajes pululan por su línea narrativa cavilando o haciendo cosas sin mucho interés. El loco pintor huye de un México en guerra –en los años 30- hacia los USA y se nos presenta con pensamientos inconexos, delirando sobre su mujer y las guerras y los señores gobiernos; un profesor sueco conseguirá que grandes museos se interesen por sus dibujos. Los profesores escritores, oriundos de Bolivia o Argentina, se mueven en un mundo de droga, alcohol, escritura y desasosiego existencial y el detective, también chicano, se parece mucho a otros detectives que hemos visto en otras partes: solitario, con una querida prostituta que está a la espera de que le diga algo para irse a vivir con él, pero el hombre no se acaba de decidir.

            La acción sucede a un lado y a otro de la frontera entre México y EE UU. Ese Norte al que muchos, no sé si la mayoría, de los latinos parece tender. Los personajes son impulsados por la tópica contradicción entre el odio a los yanquis y el deseo de vivir entre ellos. El asesino para matarlos, el loco para refugiarse, los escritores/profesores para criticar el sistema pero viviendo a su cuenta. El detective parece el único que ha conseguido vivirlo con normalidad.

            No sé si puedo decir que la novela es ambiciosa. Sí creo que es una novela frustrada, la mayor parte de lo que escribe al autor sobra. Todas las líneas narrativas, excepto la del asesino, no aportan nada, no ayudan a comprender la trama principal; hay momentos, en el último tercio de la novela en que se nota la desgana del narrador: muchas frases, párrafos, capítulos enteros anodinos, sin pulso, como si el autor se viese obligado a acabar lo que había empezado porque ha perdido la fe en su historia. Es evidente que con una idea, o dos, o tres, no basta para construir una historia. Al final, el autor nos aclara que el asesino está fundado en uno real, The Railroad Killer, y que el loco pintor también, Martín Ramírez, y el lector deduce que los profesores/escritores tienen que ver con la experiencia propia del propio Paz Roldán. Para que la novela hubiese estado mejor armada al escritor tendría que haber investigado más sobre sus personajes y planear con claridad qué es lo que quería contar, porque terminada la trabajosa lectura yo no he sabido qué es lo que Paz Soldán me quería decir.

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