Además del
boom de la novela negra, las editoriales se apuntan a las novelas de
detectives. La gente parece disfrutar con la lectura fácil, abstraerse del áspero
y deprimente mundo que nos está tocado vivir en estos años. Esta novela que
comento además de entretenida da mucha cancha al lector para que vaya
adivinando, para que vaya avanzando hipótesis sobre el asesino, porque si
alguna gracia tienen este tipo de obras es precisamente el reto que plantean a la
inteligencia del lector, que busca el modo de ser más listo que el detective.
Pero
es un juego con las cartas marcadas, el autor, como siempre, se guarda los ases
bajo manga, e irá desmontando una a una las hipótesis del lector. Aquí se trata
de un club de aficionados a la criminología que se encarga de casos que no
puede resolver Scotland Yard. El caso va del envenenamiento de una mujer
que parece ser una víctima equivocada. Los seis miembros del club avanzan en seis
sesiones consecutivas sus propias hipótesis sobre las mismas pruebas, cada uno proponiendo
un asesino distinto, utilizando métodos deductivos e inductivos, mucho
raciocinio y poca calle, al contrario que en la novela negra.
Aunque la
novela como digo es entretenida, a mi me resulta vieja, de otra época –se
escribió en 1929-, a pesar del esfuerzo del editor. El lenguaje, la descripción
de los personajes, la trama, el juego psicológico, todo resulta antiguo. No
acabo de entender cómo las editoriales serias –Lumen- se embarcan en estas aventuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario