martes, 15 de mayo de 2012

El caso de los bombones envenenados, Anthony Berkeley


            Además del boom de la novela negra, las editoriales se apuntan a las novelas de detectives. La gente parece disfrutar con la lectura fácil, abstraerse del áspero y deprimente mundo que nos está tocado vivir en estos años. Esta novela que comento además de entretenida da mucha cancha al lector para que vaya adivinando, para que vaya avanzando hipótesis sobre el asesino, porque si alguna gracia tienen este tipo de obras es precisamente el reto que plantean a la inteligencia del lector, que busca el modo de ser más listo que el detective. 

Pero es un juego con las cartas marcadas, el autor, como siempre, se guarda los ases bajo manga, e irá desmontando una a una las hipótesis del lector. Aquí se trata de un club de aficionados a la criminología que se encarga de casos que no puede resolver Scotland Yard. El caso va del envenenamiento de una mujer que parece ser una víctima equivocada. Los seis miembros del club avanzan en seis sesiones consecutivas sus propias hipótesis sobre las mismas pruebas, cada uno proponiendo un asesino distinto, utilizando métodos deductivos e inductivos, mucho raciocinio y poca calle, al contrario que en la novela negra.

            Aunque la novela como digo es entretenida, a mi me resulta vieja, de otra época –se escribió en 1929-, a pesar del esfuerzo del editor. El lenguaje, la descripción de los personajes, la trama, el juego psicológico, todo resulta antiguo. No acabo de entender cómo las editoriales serias –Lumen- se embarcan en estas aventuras.

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