Sobre el asunto del libre uso de los archivos digitales o
digitalizados hay gran polémica y posiciones extremas. Muchos artistas o
creadores por el simple hecho de atribuirse tal condición se creen con derecho
a mamar gratis de las ubres del Estado o que alguien en su nombre, una entidad
de gestión de derechos, establezca un canon sobre la posibilidad de copia al
comprar los usuarios material electrónico. Por otro lado, los usuarios se creen
con derecho a descargar cualquier producto de creación sin pagar ningún peaje y
los más radicales amparándose en el libre intercambio se lucran con sitios que
almacenan documentos o enlaces a material que no es suyo.
Parece que este concepto, procomún ya figuraba en el
diccionario de Nebrija.
Ahora el concepto lo pone al día Elinor Ostrom (Nobel de
Economía 2009): se refiere a los bienes que son de todos, por ejemplo, son
procomunes: el aire, el agua, el conocimiento científico, el software y,
también, las obras culturales...
¿Es la libre copia en la red un robo? Dicho de otro modo,
¿a quién benefician las patentes, a los creadores o a los agentes y gestores?
Los que defienden el procomún argumentan así: el creador
debe devolver su obra a los demás, es lo que denominan retorno social.
"Para que a alguien creativo se le ocurra algo hatenido que leer un montón de cosas, participar en seminarios, visitar exposiciones... hay una atmósfera cultural que es el fundamento para que pueda generarse la creatividad. Además se necesita una infraestructura: bibliotecas, transportes, canales de acceso... Hay una dimensión en la creación que es procomunal: por eso es absurdo es que alguien al que se le ocurre algo le den la propiedad en exclusiva por ni se sabe cuántos años y que la pueda transmitir a sus hijos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario