martes, 3 de mayo de 2011

Retrete, palabra que significa ‘retiro pequeño’ (retirete)


¿Nos apasiona el asesinato de Osama bin Laden un primer día de mayo o lo vemos alejarse con la misma indiferencia con que miramos la nube amenazadora que se va sin descargar? Siempre hay algo que nos importa más que los grandes sucesos.

¿Qué nos importa? Es cuestión de edad o de si eres chico o chica, de si tu cuerpo se está tersando o de si se pone alerta o de si llega el momento en que ya no te gusta verte en el espejo. Aunque hay algo previo a toda preocupación: que algo nos siga importando. A guisa de ejemplo. El retrete.

Michel de Montaigne dejó escrito:  
"El hombre que ocupa el trono más alto de la tierra sigue sentándose sobre sus nalgas".
Martin Amis cree que Montaigne debería haber ido más lejos: el trono más alto de la tierra tiene una cavidad oval en él, y hay un rollo de papel higiénico al alcance de la mano.

Y Auden en Geografía de la casa dejó esta estrofa:
Mente y cuerpo tienen
Diferentes tiempos:
hasta nuestra visita aquí
cada mañana no podemos
dejar las incumbencias
muertas de ayer 
a nuestra espalda,
encarar, con todo coraje,
lo que hoy ha de acontecer.
Y Martin Amis en La viuda embarazada esto:
"Chicos: he aquí un consejo paterno para cuando tengáis que evacuar y estéis compartiendo el cuarto de baño con una chica. Encended una cerilla después. Encended dos. Porque no es el olor, en realidad, lo que os humilla; es la emanación humillante de la descomposición".
 Y digo yo. ¿Por qué el retrete? Retrete viene de "retractum", persona tímida, retraída. El retrete, antes de ser sustituido por cursilerías tales como inodoro, tualet o waterclose, era el lugar de la casa propicio al recogimiento y a la intimidad, el lugar donde el herido se retiraba para curar las heridas del alma o donde tomaba fuerzas para continuar, como bien dice Auden.

Un teólogo del siglo XVII, el padre Rivadeneyra, nos ilumina en uno de sus sermones: el arcángel San Gabriel, cuando se presentó ante la Virgen María para anunciarle el misterio de su concepción virginal, la encontró orando en su retrete, porque éste era el lugar ideal para el recogimiento y la elevación mística.
Pero no era de una historia del retrete de lo que yo quería apuntar, sino de la vanidad de las cosas que pasan por importantes y de la importancia de lo que pasa por venial.

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