Recuerda André Comte-Sponville en su La Felicidad, desesperadamenre una historia extraordinaria, una didáctica historia. La transcribo:
Es la historia de un monje, taoísta o budista, -no recuerdo, no tiene importancia- que camina por la montaña. No es un sabio, ni tampoco un despertado, ni un libertado vivo, como se dice allí, sino un monje del todo ordinario. Está trastornado, inquieto. ¿Por qué? Porque se ha enterado de que su maestro, el venerable Fulano, que sí era un sabio, un despertado, un despertado vivo, que había conocido la iluminación, etc., ha muerto. No es eso lo que le trastorna; sin ser un sabio, el monje sabe muy bien que hay que morir un día. Un testigo, presente en el altercado, le ha contado que el maestro fue atacado por unos bandidos, que le mataron a palos. Tampoco es esto lo que le trastorna: desde el momento en que hay que morir, importa poco la causa... No, lo que le trastorna es que el mismo testigo, que estaba presente, que lo vio todo, que lo oyó todo, le confiese que, bajo los estacazos, el sabio, el venerable, gritó atrozmente. Y esto, el monje no lo puede comprender. ¿Cómo puede ser que alguien que ha conocido la iluminación,un despertado, un libertado vivo, grite atrozmente por unos pocos estacazos efímeros y vacíos? Esto trastorna tanto al monje que, al caminar, no presta atención a lo que ocurre detrás de él... Y llega una banda de malhechores, que le ataca a estacazos. Mientras le apalean, el monje grita atrozmente. Y, al gritar, conoce la iluminación.Dice Comte-Sponville que la sabiduría no es una protección, un amuleto o una panacea, la sabiduría no puede hacer nada contra los estacazos. La sabiduría es esta misma vida, tal como es, pero vivida de verdad. La sabiduría no es una esperanza, un ideal que nos separe de lo real, es un proceso, un esfuerzo, no puede haber una diferencia entre la sabiduría y la vida tal como es.
Durante mucho tiempo hemos vivido en un mundo de ilusión, donde todo era posible, al alcance de nuestra esperanza. Pero hemos llegado al final de los sueños utópicos. Hemos topado con la realidad. Quizá, golpeados por la crisis, podamos alcanzar algo de la sabiduría del monje golpeado y huir de las trampas de la esperanza para empeñarnos en el esfuerzo de la voluntad por modificar laboriosamentre el mundo que nos rodea.
1 comentario:
Con los estacazos nos pasará como al monje, veremos las estrellas y pensaremos que estamos iluminados ¡¡y no saldremos vivos!!
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