El fotógrafo José Manuel Ballester interpreta a los clásicos. Reduce obras maestras a puro escenario. Su objetivo, despoblar de vida humana o animal algunos de los cuadros estrella del Museo del Prado: La Anunciación, de Fra Angelico; El Jardín de las Delicias, de El Bosco o tres de los cuatro episodios pintados por Botticelli bajo el título de Nastagio degli Onesti. Acaba de recibir el premio nacional de fotografía.
La obra de Goya, El tres de mayo de 1808 queda así,
¿Es una osadía despoblar El jardín de las delicias o dejar sin apóstoles La última cena? “No es una audacia desmedida, ni mucho menos”, explica. “El resultado de La última cena recuerda más a un bodegón de Zurbarán que a la obra de Leonardo. No es un atrevimiento. Es una necesidad de hacer las cosas. No tiene sentido intentar superar a Velázquez, El Bosco o Zurbarán. Tampoco quiero renunciar al patrimonio artístico que forma parte de mi cultura. Por eso, con el máximo respeto, creé la serie Espacios ocultos, en la que muestro mi mirada sobre el mundo clásico; una serie que de momento no tiene fin”.
Y el Paisaje invernal de Pieter Brueghel, así,
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