jueves, 14 de octubre de 2010

¿Qué le pasa a la prensa?


No se qué tratamiento hacen las teles del asunto de los mineros chilenos, sigo las radios, que no han abusado en exceso, y los periódicos, que siguen sin encontrar el norte que perdieron cuando la gente se dio cuenta de que las noticias aparecían más rápido en internet, y además se podían contrastar unos medios con otros. Entonces, quedó a la vista de todos las servidumbres de los periodistas; tener una información objetiva requería contrastar, verificar y el escepticismo como actitud general. El seguimiento de los mineros es abusivo, agotador. Desmesura y banalidad, un derroche de banalidad. Dice el periodista:
 He conocido realmente a un pueblo fascinante, como es el chileno. Muchos de los chilenos sienten que viven alejados del resto del mundo, quieren superarse como personas, como país, y para ello esto es una prueba irrefutable de que pueden hacer muy bien las cosas cuando se lo proponen.
Creo que la gente que trató con los mineros se contagió de la emoción en varios momentos. El ministro de Minería, por ejemplo, lloró varias veces durante el rescate. También el coordinador general técnico, André Sougarré.
¿Qué sentido tiene informar con tanto detalle, durante tantos días, de forma tan exhaustiva? Los periodistas que siguen el asunto hacen de informadores, de psicólogos, de novelistas, de consultores sentimentales, ¿Acaso piensan que pueden competir con programas como DEC o Sálvame? ¿Creen que ahí está la solución a la pérdida de lectores y a sus problemas financieros? En realidad no es su público quién les ha abandonado, son ellos -El Pais, El Mundo, ABC, La Vanguardia- quienes han abandonado a sus lectores de toda la vida.

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