sábado, 12 de junio de 2010

Las frases verdaderas


"Europa no puede entenderse sin la huella ibérica" (Zapatero en el Monasterio de los Jerónimos).
“Las frases verdaderas están siempre relacionadas con una herida profunda” (Herta Müller. La Nobel rumana de origen alemán deportada a Ucrania en 1945).

¿Qué confiere verdad a una frase, el cargo, los honores acumulados, el sufrimiento o simplemente su adecuación a la realidad que quiere describir?
La primera frase parece un chiste que produce vergüenza; la segunda atemoriza hasta el punto de suspender el razonamiento del lector. En el primer caso, sabemos por experiencia que el autor nada tiene que decir, que el exceso de retórica está en proceso de carcomer su prestancia pública. Sobre el segundo, hemos oído hablar de las dificultades que tienen los náufragos de horribles experiencias -gulag, shoa, violencia irresistible- para contar lo que sucedió. ("Solo un intelectual es capaz de analizar y poner en palabras vivencias tan extremas", sostiene Herta Müller).
Sin embargo, hemos recorrido un largo trecho y ya somos capaces de describir y entender fenómenos naturales que para los antiguos representaban fuerzas extrañas a los hombres, pero también la experiencia humana, por dura que sea, puede ser descrita con una frialdad parecida a como un químico nos descompone una roca. La verdad de una frase no deriva de la intensidad del un orador ante un público entregado, tampoco la emoción poética es una garantía de veracidad.

Aunque siempre hay que mirar el contexto. Este es el de Herta Müller:
P. En otro ensayo dice que probablemente cada autor tenga solo una única frase propia. ¿Cuál sería la suya?
R. Esta frase, naturalmente, no existe, no puede existir en la práctica. Pero es una frase que una está escribiendo sin cesar, que hace que sigas escribiendo. Es una frase veraz. Una frase que demuestra su verdad por sí misma. Es este tipo de frases que una quiere escribir y que también busco como lectora. En ellas sucede algo contigo. Si después de 30 páginas en un libro no he encontrado una frase así, dejo de leerlo. A mi modo de ver, las frases verdaderas están siempre relacionadas con la experiencia de una perturbación, con una ofensa de la persona, con una herida profunda. Muchas veces estas ofensas tienen que ver con la guerra, con los lager, con los regímenes totalitarios. Piense en la literatura de Imre Kertész, en la de Jorge Semprún -siempre escribe únicamente sobre su experiencia en el campo de Buchenwald-; piense en Lobo Antunes, en Thomas Bernhard o en Aleksandar Tisma, el novelista serbio. Tisma dejó una obra tan fundamental para entender los totalitarismos y no recibió ningún Premio Nobel. Duele de verdad que un autor como Tisma se haya descubierto y galardonado tan tarde, solo por vivir en un país que le engañó por el reconocimiento merecido. De todos modos, escribir no es algo que se hace por diversión. Es más bien lo contrario y, sin embargo, la escritura no te suelta. Cuando finalmente llego a empezar a escribir, me dedico a ello tan obsesivamente que no consigo pensar en otra cosa, día y noche. Me absorbe todas mis fuerzas y cuando termino dejo de escribir por largo tiempo. Yo no soy capaz de escribir siempre.

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