jueves, 21 de enero de 2010

Hombres libres pensando (La excepción española)


Recoge Savater esta cita de Albert Camus:
 Desde la derecha se ha emprendido, en nombre del honor francés, lo que era más contrario a tal honor. Desde la izquierda, frecuentemente y en nombre de la justicia, se ha excusado lo que era un insulto a toda verdadera justicia. La derecha ha cedido así la exclusiva del reflejo moral a la izquierda, la cual le ha cedido a su vez la exclusiva del reflejo patriótico. El país ha sufrido dos veces.
Ha habido épocas en que los hombres letrados con capacidad de influir en la opinión pública han bregado a favor del progreso y de los más débiles. No en esta época. Durante el franquismo, hubo hombres honrados y lúcidos, también intelectuales de finales del XVIII y algunos periodos del siglo XIX se arriesgaron a pensar con libertad y no temieron arrostar la cárcel y la denigración con tal de servir a la verdad. Gracias a ellos las sociedades se abrieron y los humildes progresaron. Esos hombres siempre fueron pocos, pero la fuerza de sus ideas veraces avanzaron despejando las tinieblas.

¿Qué sucede ahora? Me refiero a España. Sucede que mucha gente con apariencia de intelectual, es decir revestidos con el aura de la verdad, tienen púlpitos y predican la exacción y el privilegio como si fuesen de interés general. Es el caso de Cataluña, pero no sólo. El nacionalismo, como el autonomismo en general, es un negocio que beneficia a una pequeña parte de la población en perjuicio de la mayoría. En todas las autonomías se han generado castas políticas. El beneficio obtenido del privilegio, de la particularidad o de la exacción se extiende en sucesivos círculos, con grandes oportunidades en los círculos centrales (altos cargos, empresarios subvencionados, periodistas de servicio) y con réditos menores a medida que los círculos se hacen más grandes y abarcan a más gente (funcionarios, contratistas, subvencionados menores). El sistema ha estado bien engrasado en época de bonanza, cuando las exacciones eran posibles y el futuro era un gran arco iris. En estos tiempos el gasto y la subvención siguen a cuenta de la deuda. Todos los beneficiarios son partidarios lógicamente del sistema y a los beneficios obtenidos reciben el nombre de derechos, justicia histórica o como se quiera.

En esa redistribucción de la riqueza necesariamente tiene que haber perdedores. Aunque la riqueza nacional ha aumentado el pastel ha seguido siendo proporcionalmente parecido. Perdedores: los inmigrantes de sueldos bajos y trabajos sucios y duros, los jóvenes con contratos basura y horarios horribles y en general las regiones que por no tener discursos bien estructurados, sustentados en algún tipo de fortaleza (población, pistolas, centralidad, discurso), han visto reducida la apotación general a su presupusto regional.

Lo extraordinario de nuestra época es que haya tan pocos hombres libres pensando o que si lo hacen tengan tan poco eco. Los hombres letrados de ahora sirven al poder del que se benefician, ¿pero durante cuánto tiempo? ¿Sería rentable, por ejemplo, la independencia de Cataluña? Supongo que sí, si se hiciese dentro de algún tipo de confederación en la que todo fuese independiente excepto la economía, es decir, en la que el mercado español siguiese siendo cautivo, como lo ha sido durante tres siglos, tiempo durante el que la industria catalana fue protegida en perjuicio del mercado espaol. Cataluña no sería lo que ha sido, un rincón desarrollado, sin la excepción española.

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