jueves, 10 de diciembre de 2009

El fantasma de la identidad


Un fantasma recorre el mundo, el fantasma de la identidad. Tantos hombres que no se conforman con ser quien son, individuos desvalidos frente a la muerte, seres poderosos con voluntad para ser lo que quieran. La identidad es el Jano de las dos caras: salvarse del miedo bajo el manto de lo colectivo, afirmarse como diferentes y superiores.

Especialmente incomprensible si el fantasma se cuela en Europa y sus alrededores. Un ministro de Israel quiere que la Torá sea una ley vinculante para todos los ciudadanos de Israel, poniéndose al mismo nivel que sus rivales islamistas cuando  imponen la sharia; Evo Morales, recién reelegido presidente de Bolivia, quiere resucitar las leyes indígenas precolombinas en el Estado Plurinacional que promueve, para imponerlas a sus compatriotas, ya que como pueblos originarios, poseen derechos especiales; un tribunal de honor islámico en la zona de Valls (Tarragona) condena a muerte a una mujer que había denunciado a su marido por maltrato; los franceses debaten sobre su identidad nacional, cuando parecía que ser europeo era un grado superior de modernidad, que implicaba ciudadanía y derechos en vez de identidad y privilegios.

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