viernes, 4 de diciembre de 2009

El caso del profe de mates torturador y asesino en masa


"Ninguna respuesta evitaba la muerte", reconoció el procesado al periodista Valerio Pellizzari. Todas las certezas de este individuo cuando decidía sobre la vida de sus compatriotas se han tornado, ahora que se le juzga, en "remordimiento insoportable".

No alcanzo a comprender a todos esos de la buena conciencia omnicomprensiva que se preguntan, ¿yo en su lugar y circunstancia lo habría hecho? Este hombre fue un asesino en serie cubierto por una ideología tan asesina como él. No merece clemencia ni comprensión. El lugar donde hay que situarse es en el de las víctimas.

Este individuo es Duch, o Kaing Guek Eav, de 67 año, fue maestro de escuela, profesor de matemáticas, uno de los ideólogos del genocidio que juzga un tribunal internacional de la ONU. Se le acusa de crímenes como esclavitud, tortura, abusos sexuales y otros actos inhumanos durante el periodo en que fue comandante de la prisión S-21, entre 1975 y 1979, cuando los jemeres rojos instauraron un régimen maoísta en Camboya. Más de 1,7 millones de personas perdieron la vida. Al menos 12.273 murieron en S-21.
Me di cuenta de que había acabado al servicio de una organización criminal que destruía de forma vergonzosa a su propio pueblo. Pero ya no podía retirarme.
Los testigos han descrito los métodos de castigo: violaciones, azotes con barras de metal, electrocuciones, privación de alimento y obligación de comer los propios excrementos. Era el sistema empleado para obligarles a confesar que trabajaban como espías antes de ser torturados hasta morir.
"La podredumbre se ha infiltrado en todas partes, incluso en las familias", le dijo Duch al historiador francés François Bizot, su prisionero en 1971, cuyo cautiverio relató en un libro. "Esta sociedad sólo conservará lo mejor que hay en ella y eliminará todos los restos contaminados de la época decadente que estamos viviendo. Más vale una Camboya poco poblada que un país lleno de incapaces".

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