viernes, 13 de noviembre de 2009

Padres tóxicos


Fue un logro poder separarse del conyuge cuando se hacía evidente que vivir juntos era un suplicio. La conquista fue primero social y luego legal, como suelen ser estas conquistas. Las ideologías cerradas (iglesias de distinto credo) tardaron en dar su consentimiento, si es que lo han dado ya. Ahora quizá le toque el turno a las separaciones paterno filiales. Va a ser más difícil. No es lo mismo separarse de quien se encontró en la calle que de la madre que no hay más que una. Pero está llegando el momento. Hijos para quienes el trato continuado con sus padres resulta tóxico. Es difícil que psicólogos y terapeutas contemplen la posibilidad de que los hijos adultos rompan toda relación con sus padres. Se tiende a dar por supuesto que los padres quieren incondicionalmente a sus hijos y que les protegerán por siempre jamás. No opina del mismo modo Richard A. Friedman, psiquiatra de Nueva York.
Recuerdo de un paciente, un hombre de unos 25 años, que vino a mí con depresión y la autoestima por los suelos. No tardé mucho en averiguar por qué. Recientemente se había confesado gay ante sus muy devotos padres, cuya respuesta fue desheredarlo. Pero hay algo peor: en una cena familiar posterior, su padre lo llevó aparte y le dijo que habría sido mejor si, en lugar de su hermano menor, hubiese muerto él en el accidente automovilístico de hacía varios años.
En sesiones terapéuticas posteriores los padres no dieron el brazo a torcer. Prefirieron mantener sus principios religiosos a conservar a su hijo. El paciente se recuperó de la depresión pero no pudo olvidar a sus padres.
La investigación sobre el apego temprano, tanto en humanos como en primates no humanos, demuestra que estamos programados para establecer vínculos emocionales, incluso con aquellos que no son muy agradables para nuestra salud mental.

No es exagerado, pues, decir que tener un padre tóxico pueden ser perjudicial para el cerebro de un niño, por no hablar de sus sentimientos. Pero ese daño no tiene que ser grabado a fuego. Con la terapia no se puede deshacer la historia, pero se puede ayudar a reparar los cerebros y las mentes mediante la eliminación o reducción de estrés. Por ejemplo renunciando a los padres.
Otra cosa es renunciar a los hijos, cuando estos destruyen la salud de los padres. Es posibe que la sociedad todavía no esté preparada para ello.

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