jueves, 19 de noviembre de 2009

La elaboración de la mentira


Hay gente que se pirra por los discursos políticos y los selecciona y colecciona, pero los discursos políticos no se pueden tomar como un fin. Un discurso político es un artefacto de la mentira. La primera frase del discurso suele estar anclada en la realidad, la segunda es una inferencia más o menos lógica, pero en la tercera comienza la elaboración de la mentira. Es lo que le está pasando a Obama. Ha construido estimables discursos que han encantado a todos aquellos que estaban dispuestos a ser encantados, pero la realidad es ingrata y no suele amoldarse al artefacto del discurso elaborado. La realidad está dejando mudo a Obama. Los periódicos que aplaudieron sus discursos viendo en ellos la nueva senda de la justicia y el progreso recogen el silencio de Obama, inclinándose ante el emperador de Japón y paseando solitario por la gran vértebra del mundo, reconociendo el poder de China, ese régimen tan corrupto como milenario, tan criminal como antidemocrático. Obama, ese hombre caminando como un hombre libre en un lugar sin Estado de derecho.

El mundo de la política es el mundo de la acción y el objetivo del político es conseguir realizar los fines propuestos. Sus discursos son otros tantos de los medios a su alcance para conseguir sus fines. Pero se espera de los periodistas, de los intelectuales, de los ciudadanos que escriban, que cuenten o que separen la verdad de los hechos de la mentira de las palabras. Si eso no sucede estamos pillados.

Parte del desastre del Alacrana se debe a la primacía del discurso mentiroso sobre la realidad. Es imposible tantos errores juntos, tanta torpeza, como en los sucesos encadenados que han llevado a la llamada liberación del Alakrana. La falta de determinación, lo más importante, el gobierno se corta las manos al decidir que no utilizará la fuerza, la confusión en decidir quién sería el responsable que había de ejecutar las acciones para resolver el secuestro, y la política comunicativa, convirtiendo la información en propaganda. Los secuestrados bajados a tierra que no habían bajado, el pago del rescate que España como país no ha pagado, el ametrallamiento que tampoco lo fue y el definitivo discursos del Presidente queriendo convertir la derrota ante los piratas en victoria de la inacción de su gobierno. En este caso más que en ningún otro la política de nuestro gobierno consiste en conseguir que la realidad se ajuste al discurso y no al revés.

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