lunes, 16 de noviembre de 2009

Emoción musical


En el mundo del arte el placer está en la sorpresa. Lo inesperado no sucede a menudo, porque acudimos a espectáculos con programas que han sido puesto a prueba muchas veces, justamente para que no pillen al público por sorpresa. Se tornan convencionales, pues lo convencional es lo que gusta. Las grandes novedades tienen detrás una historia de fracasos.

En este fin de semana he tenido la suerte de que la sorpresa me asaltase dos veces y las dos han sido en sendos programas musicales. Ninguno era novedoso, no eran piezas desconocidas o ultramodernas, no había instrumentos de época o genios de la interpretación. La sorpresa ha sucedido porque ha ocurrido lo contrario de lo que yo preveía.

En el primer caso, en medio de un concierto de una agrupación de cámara no muy conocida, organizado por la sociedad filarmónica de una ciudad pequeña, en una sala también pequeña, la Orquesta de Cámara Leos Janacek interpretaba el Concierto para cello nº 1 de Hydn. El cellista era un desconocido que sustituía a la solista que el programa anunciaba. Joven, con el pelo alborotado, el instrumento derecho entre las piernas, se entregó a la obra como si fuese una pieza de Chopin o de Schumann. Fue emocionante ver interpretar una pieza de estilo clásico con tal arrebato romántico.

Por el contrario, en un ciclo de pianistas, en una ciudad con más tradición musical, tres días después, Emanuel Ax, un pianista conocido, con una importante discografía detrás, junto a Yo-Yo Ma, a Isaac Stern, se enfrentaba a Chopin y Schumann, pero esta vez en una interpretación cerebral, contenida, eliminando los aspectos románticos, depurándolos como si fuesen Haydn o Mozart.

Las obras de arte responden a reglas estrictas, de los virtuosos se espera el dominio técnico, la ejecución sin errores, perfecta, pero cuando alcanzan la maestría es cuando al dominio técnico añaden la sorpresa, el punto de vista inesperado, cuando descolocan al público. Entonces actúan como un ventilador para la mente, como una medicina que desestresa y recompone. La emoción artística es una articulación nueva de la mente liberada.

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