jueves, 22 de octubre de 2009

Polacos, uigures

En Katyn, en la primavera de 1940, murieron 21.857 personas, una a una, con un tiro en la nuca, la élite polaca que se negaba al reparto de su país porque sí entre Hitler y Stalin. Beria, el comisario de Stalin, ordenó: "Se les aplique el castigo supremo: la pena de muerte por fusilamiento". Los aliados occidentales de Stalin decidieron que lo mejor era callarse para no dar bazas a los nazis. Los compañeros de viaje de los comunistas, también, para no dañar a la gran patria soviética. En Rusia nunca, después de 69 años, se ha abierto proceso alguno para castigar a los culpables.


¿Cuántos uigures permanecen desaparecidos después de tres meses, tras los sangrientos disturbios étnicos? Según Human Rights, tras los enfrentamientos entre uigures y hanes, las fuerzas de seguridad acordonaron barrios enteros de la ciudad y se llevaron a aquellos varones que tenían heridas.
"Dijeron a todo el mundo que saliera de las casas. Apartaron a las mujeres y los ancianos y alinearon a todos los hombres contra la pared", cuenta una vecina identificada como Aysanam en el informe. "Algunos fueron forzados a arrodillarse, con las manos atadas a palos de madera detrás de la espalda; a otros los pusieron contra el suelo con las manos sobre la cabeza".
"No deben permitir que las relaciones comerciales u otras consideraciones políticas conduzcan a un trato con China diferente del de otros países que llevan a cabo esta práctica horrenda" . (Human Rights).

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