lunes, 25 de mayo de 2009

¿Quién abre las venas de América Latina?

Durante décadas se sostuvo, con gran aparato teórico o poético, que la relativa pobreza de la América Latina se debía a los sucesivos imperialismos español y yankee que no sólo habían esquilmado aquellos territorios vírgenes, sino que que les habían desgarrado el alma, así comenzaba por ejemplo el libro que más ha contribuido a esa mitología, Las venas abiertas de América Latina:
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrota a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta.
Pero los científicos, que manejan datos y cifras en vez de llamativas figuras literarias y verifican lo que dicen -ese papel a veces lo hacen los historiadores-, sostienen lo contrario. Desde la independencia los países americanos se mantuvieron a la par con los occidentales, al menos entre 1860 y 1938. Es en la segunda mitad del siglo XX cuando comienza el declive que se acentúa entre 1980 y 2000.
"En comparación con el resto del mundo, la desigualdad no era alta en la América precolombina ni lo fue durante la conquista y la colonización. Ni tan siquiera lo fue durante gran parte del siglo XIX. La desigualdad crónica de América Latina es un mito".
"Cuando a mediados del siglo pasado Juan Domingo Perón, por ejemplo, hace su revolución, quienes más se benefician son los trabajadores de los sindicatos que apoyan al Gobierno. Pasa lo mismo en Chile durante el tiempo que Salvador Allende pudo gobernar: los estibadores y mineros fueron los más beneficiados de sus políticas. Así que entre éstos y los demás trabajadores, especialmente los del sector informal, se acentuó la desigualdad". Jeffrey Williamson, profesor emérito y ex director del Departamento de Economía de la Universidad de Harvard.
"Es importante entender que hasta la industrialización, América Latina no era más desigual que el norte de Europa. En una economía agraria, de trabajadores poco cualificados, los desequilibrios son menores. Es en el siglo XX, cien años después de las independencias, cuando surge la desigualdad urbana. Es cuando los mayores salarios por el trabajo cualificado y la educación disparan la brecha". Jan Luiten van Zanden, vicepresidente de la Asociación Internacional de Historia Económica, y Peter Lindert, profesor de la Universidad de California-Davis.
"Las limitaciones externas, aunque formidables, nunca fueron abrumadoras (...) Las principales razones del relativo atraso de América Latina se encuentran dentro de la propia región (...) Nunca ha tenido el don de la oportunidad. El modelo de crecimiento guiado por las exportaciones cobró impulso casi en proporción inversa a las ventajas comerciales de que disfrutaron las materias primas. Luego la región se cerró en pleno auge del comercio internacional y, por último, llegó la crisis de la deuda de los ochenta...". Victor Bulmer-Thomas, ex director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de Londres en La historia económica de América Latina desde la independencia.
¿Cuál es el mejor modelo para estrechar la brecha de la desigualdad?
"Tomemos el ejemplo de Cuba, es la revolución más longeva. Redujo la desigualdad, pero también se empobreció la isla, y entre pobres las diferencias son menores. Es más, puede que ahora aparezcan los desequilibrios entre quienes reciben dinero de sus familiares en Estados Unidos y los que no. La revolución de Chávez, en Venezuela, no sólo no ha reducido la desigualdad, sino que la ha acentuado. Es un régimen que sólo se ha ocupado de crear clientelismo político". Williamson.
"La región se cierra al mundo con su política de sustitución de las importaciones en los ochenta, y cuando se abre en los noventa el proceso es nefasto. La liberalización se hace a medias, porque en muchas ocasiones lo que se denominó privatizaciones sólo supuso un traslado de los monopolios públicos a los privados". Leandro Prados de la Escosura, catedrático de Historia Económica de la Universidad Carlos III de Madrid.
"La mayoría de los países de América Latina alcanzaron su techo de riqueza entre finales de la II Guerra Mundial y 1960. A partir de entonces, hubo picos y descensos pero, básicamente, la creación de riqueza está estancada desde entonces. La única excepción es Brasil, que desde hace unos años mantiene una línea ascendente". Branko Milanovic, economista del Banco Mundial.

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