martes, 12 de mayo de 2009

Elena, rumana, prostituta,


"Las mujeres rumanas sólo queremos a hombres con mucho dinero. ¿A que sí?" 
Elena, 22 años, rubia, menuda, muy flaca. El año pasado, estaba sentada en un parque de Bucarest, un hombre le ofreció trabajo, en España cuidaría ancianos y limpiaría casas. En Rumania ordeñaba vacas y recogía tomates. Cobraba 100 euros al mes. Tuvo un hijo muy joven, la vida con su marido era problemática, marchó a la capital.
"Mi madre nunca me ayudó. Se comportó siempre como mi chula"

Con la fotografía de una mujer -la que sería su sombra casi un año-, un billete de avión y una dirección en una localidad costera de Barcelona, llegó a España, a principios de 2008. La red mafiosa le retiró el pasaporte y le informó de que había contraído una deuda de 3.000 euros. El club de alterne, un local de mala muerte, oscuro, con una sola habitación, una cueva mugrienta.
 "Mira, yo después supe, porque me tantearon, que tenía que trabajar en un bar, tomar copas con los clientes y darles compañía. Pero no pensé que me iban a obligar a acostarme con cualquiera y a hacer todo lo que ellos querían. Las primeras veces lo pasé muy mal. Tenía que irme a la cama con hombres asquerosos y hacerles de todo".
Algunos meses facturaba 7.000 euros. La supuesta deuda, saldada con creces, crecía cada mes.
"Sólo me daban un poco de dinero para que me pusiera mona. Empecé a emborracharme. Bebía para espantar a los clientes porque borracha no querían acostarse conmigo. También me hacía cortes en los brazos. Una vez intenté suicidarme cortándome las venas".
En diciembre, un cliente se ofreció a sacarla del local y llevarla a Galicia, donde vivió unos meses con él y su madre.
Se portó bien. Al final me cansé, porque él bebía mucho y se ponía furioso.
Se atrevió con la denuncia. Hace unos días, agentes de la Unidad contra las Redes de Inmigración y Falsificación (UCRIF) de la policía de Barcelona irrumpieron en el local donde Elena trabajó nueve meses. Una española, tres rumanas, cuatro dominicanas, una moldava, una nigeriana y una colombiana. Cinco de ellas están en situación irregular y serán expulsadas del país. Los clientes, la mayoría de mediana edad y aspecto desaliñado. Los agentes detuvieron a seis personas; entre ellos, el máximo responsable de la organización internacional, el que captó a Elena en Rumania y la llevó hasta el aeropuerto de Bucarest. También fue arrestada la mujer que controlaba a la joven.

Elena sigue trabajando como prostituta.
"Ahora soy puta porque quiero. Hago lo que me da la gana, y necesito enviar dinero a mi hijo. Antes trabajó un tiempo como limpiadora doméstica, pero la cosa acabó pronto y el sueldo no le llegaba. Pero en agosto lo dejo".

1 comentario:

Anónimo dijo...

pobree chavala deja de dedicarte ala mierda de la prostitucion dedicate a limpiar o otras cosas mejor.