jueves, 2 de abril de 2009

Zizek me pone

Para que mi mente vuele necesito pelearme con alguien. Tener un buen  contrincante es un privilegio, escasean.
Durante la mayor parte del tiempo uno lee para solidificar sus creencias (prejuicios). Autores, periódicos, radios, teles, de una sola cuerda. Si uno tiene miedo o una personalidad inestable, está bien, ayuda. Pero una mente despierta quiere guerra, gente con ideas opuestas, picantes. Al principio, uno hace catas en el otro bando para divertirse un rato, esas ideas nos parecen risibles, pero si uno es honesto, virtud poco común, empieza a ver que allí hay un rayo de luz, algo de verdad en lo que uno creía disparates. Se tarda mucho en derribar el propio sistema de ideas, pero no es imposible. Algunos hasta cambian de bando.

El filósofo que ahora más me estimula es Slavoj Zizek. Está en el polo opuesto de mi anclaje en la realidad, pero cuando lo leo por doquier saltan chisporroteos de luz. Zizek presume de un marxismo paulino, una curiosa combinación de teología cristiana y manifiesto comunista. Si uno persevera en la lectura, el aparente disparate desaparece. Zizek prefiere un sistema explicativo recio a esas zarandajas de valores líquidos, débiles y frugales que acaban en el espíritu New Age o en las ONGs de la caridad cristiana. La filosofía de Zizek tiene un fondo indigerible, el sustrato lacaniano, pero los conclusiones que de ello se derivan no son desdeñables.  Podemos abstraernos de su esquema ideológico marxista lacaniano y quedarnos con los frutos de su divertido análisis de la realidad.

Por ejemplo, tomemos su crítica al humanitarismo samaritano de la ONU y de las ONG. Cómo no estar de acuerdo con su crítica a los cooperantes -los comunistas liberales o marxistas cristianos- a los que tacha de egoístas y onanistas, ese placer que no están dispuestos a reconocer como seres humanos caritativos, de raíz cristiana, y que en el fondo colabora, no a dar autonomía a quienes dicen ayudar -el inmigrante, el pobre, el desamparado-, sino a preservar su postración. Te doy comida, pero mantente al margen, en tu gheto.

Por supuesto, Zizek es una fuente de estímulos, frente a esos desarrapados ideológicos, tan planos, como los que escriben aquí y aquí, o que confeccionan  libros tan volanderos como este. Lo siento pero prefiero a estos otros, me estimulan más.

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