lunes, 13 de abril de 2009

Felicidad o miedo

El ex ministro de la fenecida UCD y feliz divulgador de temas científicos en La 2, Eduardo Punset, publica un libro, Por qué somos como somos, del que me llaman la atención dos ideas. La felicidad no seria otra cosa que la ausencia de miedo. Y la belleza, a su vez, la ausencia de dolor o enfermedad. El amante, de modo inconsciente, iría buscando como partenaire a la persona más saludable, pues adivinaría que una persona rebosa salud por sus simetrías faciales y corporales, por la falta de huellas -asimetrías- de disfunciones o enfermedades.

Pero es el tema del miedo, o su ausencia, lo que más me interesa. El tiempo que se abre ante nosotros, la crisis económica, es un tiempo propicio para la infelicidad, para el miedo, pero también para lo contrario. Hay quien está preparado para sobreponerse al entorno, pero muchos lo pasarán mal porque están mal dotados genéticamente o porque sus oportunidades sociales para salir adelante son peores. Se ve por ejemplo en el aumento de los internamientos psiquiátricos, que afectan en especial a los inmigrantes desprotegidos, y de las depresiones -Punset advierte que hay un gen de la depresión, pero que éste se desarrolla en entornos negativos-, y también en la vuelta a la religiosidad, en la conversión a las nuevas religiones, sean místicas o seculares. En situaciones de crisis se produce lo mejor y lo peor. Pocas veces se nos brinda una ocasión como la presente para atreverserse a cambiar. Somos naturalmente miedosos y conservadores, pero podemos aprovechar la crisis para empezar a ser libres y mandar a paseo a quienes nos han metido en ella, a quienes nos han hecho falsas promesas o llenado la cabeza de ilusiones.
La paradoja de los regímenes formalmente democráticos no es que en la práctica sean oligárquicos, escasamente transparentes, manipuladores de las opiniones públicas e inoperantes ante una crisis. Es que el sistema político y económico atribuye la solución de los problemas a los causantes de ellos.

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