martes, 3 de febrero de 2009

De la metafórica muerte de Alejandra Pizarnik

¿Cuando se jodió todo?, ¿cuando alcanzamos nuestra actual blandenguería moral?, ¿cuando comenzó el pensamiento flácido que nos hace tan inhábiles para analizar la realidad, para dominarla, para prever los males que nos asaltan?
Quizá cuando empezamos a preferir las metáforas a la realidad que indicaban, cuando creímos que nuestras ideas sobre el mundo eran más ciertas que el propio mundo. Quizá el primer ejemplo donde eso pasó fue en la poesía.

El País publica una colección de libros de poesía. Uno de ellos lo dedica a una argentina que ha alcanzado un aura muy por encima de sus méritos poéticos, Alejandra Pizarnik. Los poetas que se suicidan o mueren de forma violenta se convierten rápidamente en mártires de la poesía.

La Pizarnik ha conseguido el gran honor de ver mejorada su poesía al ser retraducida -traducción automática de Google-
al español tras pasar por el inglés.

Aquí un ejemplo:

Cenizas :
La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos.
que se convierte en la versión automática en,
El chip es Noche de Estrellas
Conmovido que me mira
muestra el odio de aire
embellecido su rostro
con la música.

Pronto nos iremos.


Pues bien, otra poeta, la española Ruth Toledano que prologa el libro, dice de ella:
Técnicamente Pizarnik murió de la ingestión de 50 pastillas pero, en verdad podría decirse que murió de una muerte de palabras, de la ingestión de apenas, quizá, 50 palabras. De entre ellas, unas, más peligrosas, más graves; otras, de naturaleza letal: la palabra infancia, la palabra corazón, las palabras animal, viento, pájaro, lila, verde, gris, las palabras pura, miedo, noche, angustia, nada, la palabra palabra, la palabra canto, la palabra silencio. No supo, ni pudo, ni sin duda, quiso distinguirlas de la propia existencia. Dejaba dicho que las palabras tal vez sean lo único que existe, que son piedras preciosas danzando en la boca del mundo, que hasta las que se olvidan sueñan mágicamente. Pero también que las palabras se suicidan, que se visten de féretros.

2 comentarios:

Meryone dijo...

buscaba a elizabeth siddal y me encontré tu blog

amo a alejandra pizarnik. sobre casi todas las cosas

y no sabía de los libros de poesía de el país

saludos

Toni Santillán dijo...

Quizá no deberías ser tan incondicional. Por cuestiones de salud.