Hasta el periódista más seguro de sus prejuicios proyecta sus dudas.
Afirman los voceros castrenses israelíes que Hamás utiliza las mezquitas como arsenales, y que parte de la dirección se refugia en los sótanos del hospital Shifa, el principal de Gaza. Lo primero es muy verosímil. Este corresponsal se ha reunido durante otros ataques israelíes a Gaza con jefes militares que abandonaban un templo. Lo segundo, ¿quién sabe? Porque la campaña de guerra psicológica es consustancial a todo conflicto. Los jefes militares israelíes aseguran que han comenzado las deserciones en Hamás, que parte de sus líderes han escapado a Egipto. Desde luego, no Ismail Haniya, el jefe del Gobierno de Gaza, que ayer reapareció en televisión para anunciar: "A pesar de la carnicería, prevaleceremos".**
Además de los ataques devastadores de la artillería y la aviación, los soldados israelíes empujan ahora sobre el terreno vaciando casas y matando en ocasiones a familias enteras. Primero entran perros adiestrados que llevan cámaras adheridas a las patas para observar que en el interior no hay hombres armados o suicidas, y después revientan las paredes laterales para evitar utilizar puertas que pueden ser trampas. Antes intentan que los civiles abandonen sus hogares.
El teléfono es un arma. Miles de palestinos han recibido llamadas para advertirles que su casa será demolida. El militar israelí -seguramente druso o beduino- habla perfecto árabe. Muchos vecinos tratan de impedir el bombardeo subiendo a los tejados. Pero entonces los israelíes lanzan proyectiles diseñados para no explotar. Sólo aterrorizan. El pasado viernes, en un edificio que acoge las sedes de varios medios de comunicación se recibieron llamadas telefónicas. Los periodistas salieron a la calle, y el inmueble fue atacado.
Lo mismo sucede con este parlamentario europeo propalestino, dice más de lo que querría decir:
P. ¿Se distinguen a los civiles de los milicianos de Hamás?
R. No vimos ningún militante de Hamás que se mostrase de forma abierta. No vimos gente armada salvo tres o cuatro en la frontera.
"Con la primera bomba que explotó empezamos a correr. Ellos (ciudadanos palestinos) ni corrían, saben que sirve de poco".
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