La fiesta ha terminado, titula el informe que The Economist ha dedicado a España (20 páginas).
"después de años de diversión, ahora alguien tiene que pagar la cuenta. Y seguramente no se podrá mantener el nivel de vida de los últimos tiempos".La revista dice que España se encamina a una recesión profunda que durará dos años, con una lenta recuperación, lo que será el mayor reto de toda la democracia. Propone soluciones para escapar al desastre: Flexibilidad del mercado laboral, una mayor cohesión nacional y destierro de los localismos, el español como estandarte de los negocios y la mejora de la competitividad. Llama la atención esta frase: Los nacionalistas están obsesionados con sus lenguas y el localismo de muchas regiones ha hecho que se vuelva al caciquismo.
¿Cuánto es suficiente? La transferencia de competencias a los gobiernos regionales ha sido buena para España, pero podría haber ido demasiado lejos.Creo que es acertada era comparación de las castas políticas regionales con el viejo caciquismo español, la política del XIX se nos ha colado revestida de moderna, identitaria, diferencial. Y es bueno que esa comparación la hagan desde fuera, que no aparezca bajo la etiqueta de franquismo redivivo.
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El reportaje de 'The Economist', en especial lo de la vuelta del caciquismo, comienza a hacer su efecto. Algunos comienzan a ponerse nerviosos y a decir las tonterías habituales.
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