viernes, 7 de noviembre de 2008

Los políticos españoles no se arremangan

¿Alguien ve a nuestros políticos, nacionales y autonómicos, a nuestros sindicalistas, a los empresarios, a los periodistas que estén arremangándose? Y sin embargo, la ocasión es grave. 200.000 empleos destruidos en un mes, la economía en recesión, sin saber cuándo se recuperará. En EE UU el paro ha subido este més hasta las 240.000 personas y están muy preocupados. Comparemos nuestra población activa y la suya. No parece que a los nuestros les preocupe mucho, al contrario siguen reclamando lo suyo, como Montilla o gastando sin medida, los 300.000 euros del alcalde de Barcelona para celebrar la concesión de una capitalidad, como si hubiese algo que celebrar, la comilona para 6.000 personas que la consellera Marina Geli organizó en Montjuich para celebrar el 25º aniversaro del Institut Català de Salut -650.000 euros-, los políticos valencianos gastando otros 100.000 en el estreno de la última de James Bond o los 11 millones que parece haberse gastado Moratinos en decorar la Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones en la sede ginebrina de la ONU, pintada por Barceló.

La fiesta ha terminado, titula el informe que The Economist ha dedicado a España (20 páginas).
"después de años de diversión, ahora alguien tiene que pagar la cuenta. Y seguramente no se podrá mantener el nivel de vida de los últimos tiempos".
La revista dice que España se encamina a una recesión profunda que durará dos años, con una lenta recuperación, lo que será el mayor reto de toda la democracia. Propone soluciones para escapar al desastre: Flexibilidad del mercado laboral, una mayor cohesión nacional y destierro de los localismos, el español como estandarte de los negocios y la mejora de la competitividad. Llama la atención esta frase: Los nacionalistas están obsesionados con sus lenguas y el localismo de muchas regiones ha hecho que se vuelva al caciquismo.
¿Cuánto es suficiente? La transferencia de competencias a los gobiernos regionales ha sido buena para España, pero podría haber ido demasiado lejos.
Creo que es acertada era comparación de las castas políticas regionales con el viejo caciquismo español, la política del XIX se nos ha colado revestida de moderna, identitaria, diferencial. Y es bueno que esa comparación la hagan desde fuera, que no aparezca bajo la etiqueta de franquismo redivivo.

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El reportaje de 'The Economist', en especial lo de la vuelta del caciquismo, comienza a hacer su efecto. Algunos comienzan a ponerse nerviosos y a decir las tonterías habituales.

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